Safi Abdi Haase, víctima de la mutilación genital femenina y activista, nació en Somalia. Allí, el 98% de las mujeres han sufrido la MGF. Con solo nueve años, a menudo le decían que "no era una mujer normal" y, por ello, ella esperaba "ser limpiada". "Mi madre me decía que no tuviera miedo, que un día me limpiarían y sería una mujer normal", cuenta.

Así, un día llegó a casa y vio a su madre con una cuchilla de afeitar. Tuvo miedo, pero lo esperaba. "Duro más de dos horas y sin anestesia", recuerda Safi, a lo que añade: "Le pregunté a mi madre que por qué hacía esto y me dijo que así podría casarme".

Sin embargo, su pesadilla no acabó ahí: "El hombre que me ayudó a salir de Somalia me violó tres veces. Llegar a Noruega me costó mi alma, pero yo lo acepté", relata la activista.

Ahora vive en Europa, pero no se olvida de esos 200 millones de niñas y mujeres en el mundo que han sufrido como ella.

Y es que en Somalia no es buena señal que una joven desaparezca del aula. En este sentido, Salía Allín, del Plan Internacional Somalia denuncia que "la mutilación genital femenina es una de las manifestaciones más extremas de violencia contra las niñas".

"Mutilé a mis dos hijas y las dos acabaron en el hospital"

Las víctimas de la MGF se marchan un día de las aulas y es su propia familia la que las convierte en fantasmas. "Yo mutilé a mis dos hijas y las dos acabaron en el hospital. Me di cuenta tarde de que estaba equivocada", reconoce una madre.

Esta práctica también ha sabido sacar rentabilidad durante la pandemia, ya que el confinamiento ha dejado a las menores en casa, convirtiéndolas en presa demasiado fácil. Además, no ir al colegio ha permitido a las familias no tener que dar explicaciones, ni siquiera en los centros vigilancia sanitaria colapsados por el coronavirus.

"Con el covid, durante el confinamiento y el cierre de colegios he notado que más chicas han sido mutiladas", afirma Abdi Khadar, Mohamed Mussain, profesor de primaria. Así, cuando termine la pandemia, dos millones de niñas más habrán sido marcadas, algo que nunca se olvida.