Durante una prueba que intentaba medir la energía de las turbinas de uno de los reactores de la central nuclear para cubrir necesidades en caso de corte eléctrico, un inesperado aumento de la potencia del mismo provocó una explosión de hidrógeno tan alta que causó la muerte de 31 personas y la evacuación de 116.000. Además, llegó a detectarse radiactividad en al menos 13 países europeos.

A lo largo de los años, hasta 600.000 personas que trabajaron en el proceso de descontaminación, contención y mitigación de todas las sustancias tóxicas que produjo la explosión recibieron dosis concentradas de radiación, en mayor o menor grado.

Si bien todavía se desconocen los detalles del efecto real que tuvo el accidente nuclear sobre la población, tanto en número de víctimas como en áreas afectadas, lo cierto es que, 30 años después, la catástrofe nuclear ha convertido a la ciudad fantasma a un atractivo turístico que queda reflejado en una serie fotográfica tan llamativa como agónica.