El hombre acusado de irrumpir en la casa de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, y de agredir supuestamente a su esposo con un martillo, ha confesado a la Policía que se encontraba en una "misión suicida" y que tenía una lista de objetivos políticos federales a los que atacar.

David Wayne DePape, de 42 años, dijo a Paul Pelosi mientras estuvo en su domicilio que "todos" tenían que ser "eliminados" después de corroborar que Nancy Pelosi era la número dos en línea de sustitución para la Presidencia, detrás de la vicepresidenta Kamala Harris, según ha recogido 'The Washington Post', citando un documento judicial.

En declaraciones a los agentes del FBI, DePape ha asegurado que actuó solo porque estaba "harto del nivel de mentiras que salen de Washington D.C.", añadiendo que ingresó a casa de la presidenta de la Cámara de Representantes para mantener "una pequeña charla".

"Realmente no quería lastimarlo, pero sabes que esta fue una misión suicida. No voy a quedarme aquí sin hacer nada, incluso si me cuesta la vida... lo haría si es necesario", ha expresado el atacante de Paul Pelosi, según el citado diario.

Según la declaración jurada presentada por un agente federal, DePape ya había afirmado que Nancy Pelosi era la "líder de la manada" de mentiras del Partido Demócrata, y que si le rompía las rodillas "tendría que entrar en el Congreso en silla de ruedas, lo que demostraría a otros miembros del Congreso que hay consecuencias en sus acciones".

Con todo, además de la presidenta del Congreso de Estados Unidos, el atacante de Paul Pelosi pretendía agredir a "varios objetivos", incluido un profesor local, varios políticos estatales y federales, así como familiares de esos políticos.

David DePape se enfrenta a cargos que incluyen intento de asesinato y asalto con un arma mortal, así como intento de secuestro, según ha informado el Departamento de Justicia.

Paul Pelosi, de 82 años, fue sometido a un cirugía "exitosa" para reparar una fractura de cráneo y lesiones graves en su brazo derecho y manos después de que el asaltante, martillo en mano, le preguntara dónde se encontraba su esposa y le agrediera.

Pelosi consiguió llamar a los servicios de emergencia, que escucharon una conversación de fondo, tras lo cual se envío a la Policía a revisar lo que estaba sucediendo. Todo ello sin que el atacante tuviera evidencia de que había una línea abierta.