Un camión entra en el polígono de venta directa de fruta y verdura. Nada fuera de lo normal de no ser porque pertenece a Flisa, la empresa que se ha hecho con los privatizados servicios de lavandería de los 19 hospitales públicos madrileños.

Dentro del polígono de la frutería esperan otros dos camiones. Uno tiene las puertas abiertas y en su interior, carros de ropa hospitalaria sucia. Ropa que suele contener sangre, fluidos o excreciones, y que están al alcance de la mano. Junto a los camiones, más jaulas en las que leemos la palabra ropa y que los trabajadores de lavandería identifican como del hospital Gregorio Marañón.

Los trabajadores de Lavandería Hospitalaria Central dudan de que se estén cumpliendo los protocolos de calidad cuando ven.

Mientras una señora carga las bolsas de fruta que ha comprado junto a los camiones, seguimos inspeccionando el polígono. Y detrás, en el parking de una empresa de coches de ocasión, nos encontramos cinco jaulas de hospital rebosantes de más ropa sucia, ropa verde de quirófano al aire libre. Y también al alcance de cualquiera. "Son los mismos camiones que dejan ropa aquí y de aquí partirán a las diferentes plantas de la empresa por la geografía", afirma Francisco Ronco, presidente de la Asociación de Empleados Lavandería Hospitalaria.

Desde Flisa, niegan que se esté actuando de esta manera. "Es mentira. Tenéis cámara, tenéis la dirección exacta, id y lo grabáis", afirma un portavoz.

Las imágenes son llamativas porque según una publicación del Ministerio de Sanidad "las bolsas o sacos de ropa sucia una vez llenos y cerrados se almacenarán en un local de la planta o servicio destinado exclusivamente para ello".

"Podría existir riesgo biológico y químico porque no sabemos esa ropa en contacto de qué gérmenes ha estado y cómo se ha ensuciado", explica Carmen Yela, responsable de Salud Laboral de CCOO.

Los camiones que vemos en la puerta de la frutería pertenecen a la misma empresa que este que grabamos, minutos antes, dejando ropa sucia en la Lavandería Hospitalaria Central. "Pero es que yo tb tengo que comer, yo llevo tres años en el paro", afirma un camionero.

Los trabajadores denuncian que Flisa sortea la huelga de trabajadores llevando la ropa sucia de los hospitales madrileños a las plantas de lavado que tiene repartidas por España. Y con tanto viaje, la ropa llega con pasajeros extra, y lo prueban con una fotografía en la que se ve una araña en el hospital 12 de OCtubre.

Los trabajadores también denuncian el uso de un camión frigorífico para el transporte de ropa sucia y limpia y la ruptura de la cadena de seguridad entre ropa sucia y limpia dentro de los camiones y en el interior de la planta.

"Trabajas, tu ropa se está roando con esa ropa sucia y cuando se acaba te cogen, te sacan a planta a trabajar con ropa limpia. Pero tal y como estás", afirma Eugenia Bellón, trabajadora de Flisa.