Durante unas horas, Nathalie Birli estuvo secuestrada. Todo ocurrió cuando estaba entrenando, alrededor de las 17:00 horas, cuando un hombre la atropelló.

Después, la golpeó en la cabeza con un palo, la maniató y la arrojó a la parte trasera de la camioneta. Este ataque le ocasionó una fractura de cráneo y de un brazo, despertándose desnuda, con los ojos tapados y atada a una silla.

El secuestrador hizo que Nathalie viviese un auténtico calvario. La metió en una bañera y metió su cabeza bajo un grifo en varias ocasiones, llegándola a forzar incluso a beber alcohol. No se quedó ahí, también intentó asfixiarla con toallas.

El momento en el que todo cambió

Todo cambió en el momento en el que Nathalie vio las orquídeas que tenía el secuestrador en su casa. Aseguró que eran muy bonitas y comentó el cuidado que precisan para crecer, algo que desencadenó un cambio en el captor.

"Empezó a hablar sobre cómo las cuidaba, con agua de su acuario. Era una persona totalmente distinta", relata en el 'The New York Times'.

Después, consiguió convencer al secuestrador, hablándole de su hijo de apenas 14 semanas: "Le pedí que no me matara porque el niño me necesita. Le pregunté cómo hubiera sido para él crecer sin una madre".

Él accedió a dejarla en libertad, haciendo un pacto. "Digamos que fue un accidente", desvela. El secuestrador la liberó y la llevó a casa, donde estaban su madre y su hijo. Su marido ya había salido a buscarla.

"Una parte de mí pensaba que mi vida se había acabado", comentaba después de llevarse el susto de su vida. El secuestrador fue finalmente arrestado.

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