La relación entre Lewis Hamilton y la Federación Internacional del Automóvil hace varios meses que no atraviesa su mejor momento. El británico confirmó, tras el Gran Premio de Australia, que no cumplirá la norma que prohíbe a todos los pilotos de la parrilla "usar joyas durante las carreras de automovilismo".

"No tengo ningún plan para eliminarlos. Siento que hay cosas personales. Deberías poder ser quien eres", declaró el de Mercedes en unas declaraciones ofrecidas por la agencia 'Reuters'. "Hay cosas que no puedo mover. Literalmente, ni siquiera puedo sacarlas. Éstas, en mi oreja derecha, están literalmente soldados, así que tengo que cortarlos o algo así. Así que van a quedarse", agregó.

Niels Wittich, nuevo director de carrera de la FIA, redactó en las notas previas a la prueba que "el uso de joyas en forma de piercings en el cuerpo, anillos, o cadenas de metal en el cuello, está prohibido durante la competición". Y su intención es que toda la normativa se cumpla a rajatabla.

No obstante, el austriaco ha dejado un pequeño margen de maniobra a los pilotos. Dos Grandes Premios es todo el tiempo que tienen para solucionar estos problemas o "meter el alicate" donde sea necesario para quitarse todo este tipo de accesorios y cumplir con el reglamento.

Esta prohibición se establece en el Apéndice L del Código Deportivo Internacional de la FIA por un tema de seguridad, ya que se teme que se acrecienten los daños en el cuerpo del piloto en caso de incendio al concentrar el calor o que estos accesorios interfieran en una posible extracción del coche o luego en el hospital para quitar la propia ropa.

Esta directiva se promovió por primera vez en 2005, bajo la definición de "una prohibición inmediata para el uso de joyas (piercing y cadenas) por parte de los participantes de carreras y rallies". A pesar de que la norma se adoptó posteriormente en el Código Internacional Deportivo, en ningún momento ha llegado a aplicarse de una forma rigurosa y estricta.

La multa por incumplir esta norma podría llegar a ser de unos 10.000 dólares por carrera, teniendo en cuenta algunas de la sanciones que se han impuesto en otras competiciones deportivas como la Fórmula E. Hamilton parece dispuesto a asumir este precio y no ha dudado a la hora de criticar las tradicionales reuniones de pilotos previstas los viernes, donde se discutió este asunto.

"Fue la reunión de pilotos más larga de mi vida, he estado corriendo mucho tiempo y nunca había sido tan extensa. Además, nadie en el briefing llevaba mascarilla, algunos pilotos sí, pero la mayoría de la FIA no, lo que me resultó incómodo, y no entiendo muy bien las pequeñas cosas que están haciendo, como lo de la ropa interior", sentenció.