El ecuatoriano Richard Carapaz dio la primera victoria a su país en la historia del Giro y al Movistar en esta edición con su triunfo en solitario en la octava etapa, entre Praia a Mare y Montevergine de Marcogliano, de 208 km., en la que el británico Simon Yates (Mitchelton) mantuvo el liderato.
Carapaz, ecuatoriano de Carchi, de 24 años y 'maglia' blanca de mejor joven desde la etapa del Etna, sorprendió al grupo de favoritos con un ataque fulminante bajo la lluvia a 1,3 kilómetros de meta que le permitió abrir hueco, alcanzar al holandés Bouwman que marchaba escapado y presentarse en meta eufórico como vencedor de etapa.
Primera victoria ecuatoriana en la historia de la carrera rosa y estreno en el World Tour para el ciclista del Movistar unos días después de imponerse en la Vuelta a Asturias. Un éxito saboreado en la recta de meta. Golpes en el pecho, emoción y foto para el recuerdo.
Cruzó la meta con 7 segundos de adelanto respecto al grupo de favoritos, con Yates, Tom Dumoulin, Froome y los candidatos de la genera. La segunda llegada en alto no alteró la general en las plazas de honor. Tampoco hubo pelea con sangre, sino que hubo pacto de no agresión para llegar todos los favoritos juntos a la cima de Montevergine de Marcogliano.
Antes del examen de este domingo en el Gran Sasso de Italia, el británico Yates tiene a Dumoulin a 16 segundos y al colombiano Esteban Chaves a 26. El español Pello Bilbao (Astana) es séptimo a 1.03, Carapaz subió a la octava plaza a 1.06 y Chris Froome es noveno a 1.10.
La jornada, que se complicó con una intensa lluvia, tuvo el protagonismo de una fuga de 7 corredores: Villella (Astana), Van der Sande (Lotto), Montaguti (AG2R), Rodolfo Torres (Androni), Mohoric (Bahrain), Bouwman (LottoNL-Jumbo), Polanc (UAE Emirates), un proyecto nada peligroso, pues el más avanzado en la general se encontraba a 8 minutos.
Fueron los hombres del líder, el Mitchelton, los encargados de trabajar todo el día para anular los sueños de los valientes que pronto salieron del pelotón. El punto clave era el ascenso a Montevergine di Marcogliani, patrona de los homosexuales, que comenzó con los favoritos a 1.35 minutos de la avanzadilla, en la que ya se empezaban a mover iniciativas personales.
Una subida de 17,1 kilómetros al 5 por ciento de media, con rampas del 10 donde se esperaba el baile de los favoritos, pero que nunca llegó, pues no hubo refriega en ningún momento, ni cuando Froome se bajó de la bicicleta por un enganchón.
El holandés Bouwman lo intentó en solitario a 4 kilómetros de meta, dejando plantados a Montaguti, Mohoric y Polanc. El corredor del Lotto Jumbo abrió hueco y se postulaba como vencedor de la etapa, pero no contaba con el latigazo de Richard Carapaz.
El ecuatoriano explotó a 2 kilómetros de la pancarta, alcanzó a Bouwmnan y le sobrepasó como un rayo. Ya nadie le volvió a ver el pelo. Se marchó para conocer la gloria. Un regalo para él, para su país y para el Movistar.
Este domingo la novena etapa ofrecerá un plato fuerte de montaña entre Pesco Sannita y el Gran Sasso, de 224 kilómetros, en el macizo de los Apeninos. En la "Gran piedra de italia" podrían llegar las primeras diferencias importantes en la general.