Se sufre, pero cómo se disfrutan esas victorias trabajadas. Esas en esos partidos en los que todo puede pasar, en los que tienes que luchar, que pelear, que sudar para, finalmente, ganar. España nos tuvo a todos pendientes a eso de las 10:00, y el motivo no era para menos. Esperaba Australia en las semifinales del Mundial y ahora, después de cuatro cuartos y dos prórrogas, podemos decir que los de Scariolo lucharán por el oro en China.

Porque son finalistas. Porque lo son con merecimiento y habiéndose dejado absolutamente todo en el pabellón de Pekín. La tarea no era fácil, pues Australia era de las candidatas claras a todo y más aún sin EEUU en la ecuación. Los oceánicos llegaban con un Mills excelso, con un Dellavedova extraordinario y con un juego ofensivo de esos que no dejan a uno despistarse. Y lo cierto es que el inicio no aceptaba despiste alguno.

Menudo comienzo hubo desde que Marc Gasol ganó el salto inicial. Ni un respiro se dieron uno y otro. Intensidad máxima. Igualdad total. Acierto. Tiros exteriores. Respuesta tras respuesta... y 22-21 al final de los 10 primeros minutos. España daba la cara, y Australia estaba en el partido. En el segundo cuarto se fueron los oceánicos, sobre todo por un combinado nacional que bajó el ritmo y lo pagó caro.

Mal segundo cuarto de España

Tras cuatro minutos, los de Scariolo estaban a cero en su tanteador. Australia se puso a cinco, y poco a poco aumentó ventaja. La defensa en zona, mala. El ataque, fallón. El acierto tanto de dos como de tres escaseaba y solo desde la línea de tiros libres se acercaba España. Con todo, el castigo no fue exagerado y en el tercer cuarto empezó la escalada.

Y con ella la remontada. A partir de ahí se cimentó el llegar a la prórroga. Porque los 'aussies' se llegaron a poner once arriba, pero el carácter de España es el de pelear y pelear. El de no rendirse. El de demostrar que, ganando o perdiendo, son un equipo campeón. Lo fueron. Lo son. Lo serán, pase lo que pase el domingo en la final.

MVP Gasol se echa el equipo a la espalda

Marc Gasol tiró del carro en el último cuarto. El pívot, MVP merecido, firmó su mejor participación en este Mundial con un total de 33 puntos. Se echó a la Selección a la espalda y con su acierto y su juego fue suficiente. El rebote en defensa estaba flojeando, pero cuando restaban ya minutos para el final y para ver las lágrimas en los nuestros el de Sant Boi dijo que el llanto iba a ser de alegría.

No había tregua en el final del último cuarto. Los corazones, en un puño. Los nervios, al límite. Y España y Australia, igualadas. Así que tocaba prórroga, y los de Scariolo entraron mejor en las dos. Si, hubo dos, porque en la primera de nuevo tocó sufrir a los Mills, Baynes y compañía, y a su acierto en ataque... un acierto que iba bajando eso sí.

Luego llegó Llull y sacó el fusil. Dos triples casi consecutivos pusieron a España ocho arriba, con una canasta entre medias de Marc Gasol. Australia no pudo y no supo reaccionar, y aunque una de 3 puntos metió el miedo en el cuerpo, sobre todo después de que Ricky Rubio, magistral, fallase dos lanzamientos libres, el partido estaba decidido, pero era mejor no decir nada por si acaso.

A repetir lo de 2006

Al final hubo lágrimas. De alegría. Unas lágrimas también de esfuerzo, pues mucho hubo que sudar para batir a la todopoderosa Australia. Ahora llega la final. Llega la opción de colgarse el oro y de repetir el éxito de Japón 2006... Pero para ello habrá que batir a Argentina. De momento toca disfrutar. El domingo, el desenlace del Mundial.