Bajar figuras y encajarlas para  hacerlas desaparecer. Así de sencillo. Y así desde hace 30 años. Ahí está parte del éxito de Tetris. Digno de un estudio psicológico. La música ayudaba a no pensar, y el ritmo del juego, según los psicólogos, lo hacía perfecto para que desconectaramos de los problemas.

Además, su mecánica tan sencilla lo hacía tan adictivo, que incluso dio nombre a un síndrome. El 'efecto Tetris', que consiste en que una vez acabada la partida, el cerebro sigue pendiente del juego.