Gabriel García Márquez fue discreto hasta en su muerte. Por expreso deseo de su familia será incinerado en la más estricta intimidad.  Con 87 años acababa de salir del hospital donde había estado aquejado por una infección pulmonar. Desde entonces su estado de salud era muy frágil.

Nada más conocer su fallecimiento, el presidente de Colombia,  de riguroso luto, decretaba tres días de duelo. "Que en todas las instituciones públicas se ice el pabellón nacional a media asta", pide Juan Manuel Santos.

En la misma puerta de su casa también, se leía un comunicado con los actos de los próximos días para honrar su memoria. "Se realizará un homenaje luctuoso en el Palacio de Bellas Artes, donde el público podrá celebrar su legado", explicaba María Cristina García, directora del Instituto de Bellas Artes.

Ahí mismo sus lectores se despedían de él. En cuestión de minutos la tristeza llegó hasta Cuba. "Era y es un icono en la literatura". Y por supuesto, Colombia.

Allí, hasta las FARC han enviado un mensaje de condolencia. "Pierde Colombia, pierde el mundo por el fallecimiento de Gabo. Sus obras salvaguardan su memoria. Acompañamos a su familia en este momento".

Por supuesto, el mundo de la literatura también lo echa de menos. "Ha muerto un escritor cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura en nuestra lengua".

Reacciones que también llegan a nuestro país, como la del ministro de cultura. "Ser un gran defensor de Fidel Castro y del régimen cubano nunca le impidió tener una visión clara en defensa de los Derechos Humanos".

Porque todos quieren rendir su último homenaje a uno de los más grandes escritores en español.