Científicos de los observatorios de LIGO y Virgo, situados en Estados Unidos e Italia, han rastreado la mayor onda gravitacional de la historia, así lo han comunicado en un artículo publicado en la revista científica Physical Review Letters. Pero, ¿qué es una onda gravitacional?
Según explica la NASA, las ondas gravitacionales o gravitacionales son ondas invisibles que se producen en el espacio, muy lejos de la Tierra. Se caracterizan por desplazarse muy rápido: a la velocidad de la luz, 300.000 kilómetros por segundo. El primero en pronosticar la existencia de este fenómeno fue Einstein en 1915.
El científico predijo que cuando dos cuerpos, como estrellas o planetas, orbitan entre sí, son capaces de producir algún tipo de onda que, al contraerse, son capaces de estirar cualquier cosa que se encuentren en su camino: las ondas gravitacionales. El efecto sería algo parecido a lo que produce una piedra cuando es lanzada a un estanque, como se muestra en la siguiente imagen, ejemplifica la NASA.
El origen de las ondas, los agujeros negros
Estas ondulaciones se producen cuando los cuerpos se mueven. Cuanta más velocidad coge un objeto, más potente es la onda gravitatoria que produce, sin embargo, son muy difíciles de detectar por varios motivos. El primero es que estas ondas son originadas por cuerpos que se encuentran lejos de la Tierra. El segundo es que a veces causan ondas tan pequeñas y débiles que cuando llegan a nuestro planeta son casi imperceptibles.
La procedencia de las ondas gravitacionales puede ser atribuida al estallido asimétrica de una supernova (explosión de una estrella que se manifiesta de forma notable) o de dos estrellas que orbitan entre sí, como explica la NASA. Sin embargo, la mayoría de estudios realizados desde 2015, año en el que se detectó la primera onda gravitatoria, demuestran que el origen de este fenómeno se encuentra en la fusión de dos agujeros negros.
Algunos agujeros negros se forman al final de la vida de algunas estrellas: la energía que mantenía unida a la estrella desaparece y se colapsa sobre sí misma produciendo una explosión. Entonces todo el material sobrante del estallido, muchas veces equivalente a la masa de nuestro Sol, cae en un punto infinitamente pequeño.
Sin embargo, los agujeros negros más grandes se forman de manera diferente, por ejemplo, a raíz del estallido de una supernova y pueden tener millones de veces la masa del Sol atrapada en un punto más pequeño "que la punta de un alfiler", dice la NASA.
El nuevo hallazgo: Einstein tenía razón
Ya en el siglo XX Einstein advertía que los agujeros negros podían tener cualquier tipo de masa. Sin embargo, los cálculos realizados en base a las anteriores 10 fusiones de agujeros negros no concibian la existencia de dos agujeros negros tan grandes como para producir una onda gravitatoria como la registrada.
Teniendo en cuenta el origen de las anteriores investigaciones, la primera hipótesis que barajan los científicos es que la onda fue creada por una fusión binaria de dos agujeros negros o dos estrellas de neutrones. Según estiman los expertos, la causante fue la fusión entre dos agujeros negros con masas de 85 y 66 veces la masa del Sol. Dicha unión creó un agujero todavía más grande, de unas 142 masas, que liberó una energía equivalente a 8 masas solares esparcidas por el universo en forma de ondas gravitacionales.
Lo extraordinario de este descubrimiento no radica únicamente en el tamaño de las ondas sino también en la cercanía de estas a la Tierra. La señal detectada por LIGO en mayo de 2019 se asemejaba a cuatro movimientos cortos de duración extremadamente breves, menos de una décima de segundo.
"No se parecía mucho a un chirrido, que es lo que normalmente detectamos", aseguraba este miércoles Alan Weinstein, miembro de LIGO, en declaraciones recogidas por Europa Press. Según concluyeron los investigadores, el sonido indica que la onda fue generada por una fuente que se ubica aproximadamente a 5 gigaparsecs de distancia, cuando el universo tenía la mitad de su edad actual, lo que la convierte en una de las ondas más lejanas detectadas hasta el momento.
Y como, en palabras de Salvatore Vitale, coautor del estudio, "nada sucede una sola vez en el universo", científicos de todo el mundo esperan impacientes a que vuelva ocurrir para saber más sobre los grandes desconocidos del espacio: los agujeros negros.
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