¡Hora de comer en el Mundial de Rusia! Y David Silva llegaba con el móvil en la mano, Nacho se sentaba en la silla, sin dejar de mirarlo, y llegaba Reina, con él en modo brújula. Luis Enrique, el seleccionador que todo lo ve, quiere evitar la histórica, por repetida imagen del móvil al futbolista pegado, y reforzar el diálogo y la convivencia durante los desayunos, comidas y cenas.

Nada ha dicho sobre su uso durante las visitas de presidentes del Gobierno, pero intuimos, Piqué, que aquí, tampoco podrás sacarlo. Macarrones con noticias, garbanzos al WhatsApp o quién quiere vistas pudiendo comer mirando una pantalla.

Casi 7,6 millones de españoles admiten tener adicción a él. ¿En qué momento deberíamos hacer como Luis Enrique y dejarlo fuera de la convocatoria? Cuando nos impide disfrutar de la vida."Hay veces que dejamos de hacer actividades sólo por estar con el móvil", explica Raquel Hernández, Psicología y Logopedia Eureka.

Porque el móvil es ese aparato gracias al que en una mesa cabes tú y tus 600 amigos de Facebook. Y que a la vez te aísla de los tres amigos de verdad que comen contigo. Si lo usamos mucho o pensamos mucho en él, nos genera ansiedad olvidarlo, o no disfrutamos de una actividad por estar pendientes, tenemos un problema.Y si conducimos o cruzamos mirándolo, ya podemos rezar porque podremos tenerlo.

La dopamina nos engancha a las notificaciones de las redes sociales y ya no sabemos lo que es la soledad ni esperando al autobús. Nos roba tiempo, energía, atención, ¿lo ha mirado en el último minuto y medio? Nos impide disfrutar de la vida. Pero no es una droga dura. No hay que eliminarlo: sólo restringir su uso.