Expertos de la Sociedad Española del Sueño (SES) han alertado de que se puede morir antes por falta de sueño que por falta de comida, como consecuencia de todos los procesos biológicos que se originan mientras se duerme.

"El sueño es el número uno de la salud. No se puede vivir más de seis días durmiendo menos de cuatro horas", ha asegurado el presidente de la SES, Joaquín Terán Santos, con motivo de la celebración, el próximo viernes 17 de marzo, del Día Mundial del Sueño que, precisamente, lleva por lema 'Dormir profundamente, nutre la vida'.

Sin embargo, y pese a la importancia que tiene un buen descanso, se calcula que el 30% de los españoles duerme menos de siete horas al día. Una falta de sueño que puede aumentar el riesgo cardiovascular, la mortalidad e, incluso, la aparición de algunos tipos de cáncer como, por ejemplo, el de mama.

De hecho, diversos estudios han mostrado que dormir menos de cuatro o cinco horas al día aumenta un 12% el riesgo de muerte, si bien el porcentaje es similar en los casos en los que se duerme más de 9 o 10 horas.

Aunque las apneas, insomnios o síndromes de piernas inquietas son los responsables de que el 45% de la población a nivel mundial tenga problemas de sueño, Terán Santos ha alertado de que la falta de sueño suele estar también provocada por la poca conciencia que hay sobre la importancia que tiene para la salud.

"Dormir bien es un derecho que suele estar violentado. El tiempo de sueño se suele atacar, hipotecar y reducir para hacer otras tareas, como por ejemplo trabajar o realizar actividades ociosas, pero al día siguiente se produce un impacto en la salud cardiometabólica y neurocognitiva", ha recalcado el presidente de la SES.

De la misma opinión se ha pronunciado la doctora de la Unidad Multidisciplinar de Medicina del Sueño de la Clínica Vistahermosa de Alicante, Paula Giménez, quien ha avisado de que las consecuencias de la pérdida de sueño "no se recuperan".

Ahora bien, en situaciones normales, el reloj biológico es el que marca las horas de sueño que se necesitan, lo que explica que los niños necesiten dormir muchas más horas que las personas mayores, quienes, además, suelen echarse una siesta para compensar la falta de sueño durante la noche.