También se descubrió que los bosques más altos de la Amazonía son más antiguos, tienen más biomasa y sistemas de enraizamiento más profundos que les permiten acceder a la humedad más profunda del suelo, lo que los hace más resistentes a la sequía, como se detalla en un artículo sobre el trabajo publicado en la edición digital de este lunes de 'Nature Geoscience'.
"Nuestros hallazgos sugieren que la altura del bosque y la edad son un importante regulador de la fotosíntesis en respuesta a las sequías --dice Gentine, también miembro del 'Earth Institute' y del 'Data Science Institute'--. Aunque los árboles más viejos y más altos muestran menos sensibilidad a las variaciones de precipitación (sequías), son más susceptibles a las fluctuaciones en el calor atmosférico y la aridez, lo que aumentará sustancialmente con el cambio climático", explica Pierre Gentine.
Según el investigador, su estudio muestra que la selva amazónica no es uniforme en respuesta a la variabilidad climática y la sequía, e ilumina el gradiente de respuestas observables en los bosques amazónicos al estrés hídrico, las sequías, el uso de la tierra/los cambios en la cobertura de la tierra y el cambio climático. El cambio climático está alterando la dinámica, la estructura y la función del Amazonas.
Aunque los factores climáticos que controlan las variaciones espaciales y temporales en la fotosíntesis de los bosques han sido bien estudiados, la influencia de la altura del bosque y la edad (afectada por la deforestación, por ejemplo) en este efecto de control raramente se han considerado.