Detrás de todos los soñadores que se juegan la vida a bordo de esta "bestia" de metal se esconden cientos de historias personales. Algunas las conocemos a través de las 'Patronas', quince mujeres mexicanas del estado de Veracruz que cada día reparten comida, agua e incluso ropa entre los miles de migrantes que intentan cruzar la frontera encaramados a un tren de mercancías que les lleve a EEUU.

Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Tamaulipas... 'La Bestia' une las fronteras sur y norte de México atravesando gran parte de los estados del país. El viaje es duro: muchos de los migrantes aguantan hasta 8.000 kilómetros de trayecto. La mayoría salen desde centroamérica procedentes de países como Guatemala, El Salvador u Honduras y cruzan el país azteca hasta los territorios del norte, la última etapa antes de atravesar la frontera con EEUU.

La labor de las citadas 'Patronas' resulta vital para la supervivencia de estos migrantes. Ellas también se juegan cada día su integridad física para hacer llegar comida y agua a quienes buscan nuevas oportunidades en otra tierra. Se encaraman como polizones en un tren que nunca garantiza la supervivencia de sus viajeros. Aproximadamente la mitad de ellos no llegará a su destino final, el 80% serán asaltados o robados y el 60% de las mujeres serán violadas, según datos de la revista Commonweal en 2012.

A las dificultades físicas que entraña el viaje a bordo de 'La Bestia' se suman la xenofobia y discrimación con la que los inmigrantes centroamericanos son recibidos en tierras mexicanas. Su paso por el país azteca desemboca en altas cuotas de criminalidad. Los narcotraficantes se convierten en uno de los obstáculos más difíciles para los migrantes: se lucran secuestrando a estas personas y pidiendo un rescate por su devolución.

En medio de este drama migratorio aflora la cara amable de las 'Patronas'. Estas mujeres del estado de Veracruz ponen todo de su parte para velar por el bienestar de los migrantes. Surten a los polizones de 'La Bestia' de comida, agua e incluso ropa, pero la maniobra no es sencilla. El tren no para y estas mujeres deben esforzarse por hacer llegar su ayuda a los viajeros: con el convoy en marcha y a toda velocidad, los inmigrantes se descuelgan de su carrocería para alcanzar con la mano las bolsas que las 'Patronas' intentan poner a su alcance desde el suelo.

En cuestión de segundos el tren pasa de largo y sólo los más hábiles se llevan premio. Pero el mérito realmente es de ellas, de 'Las Patronas'. Cocinan y preparan los víveres para los viajeros de un tren que no les ofrece más que un arriesgado medio de transporte (cero lujos, cero comodidades) hacia un futuro incierto en un país -EEUU- del que podrían no tardar en ser deportados teniendo en cuenta las políticas migratorias de Donald Trump.