Iñaki Domínguez, macarrólogo oficial de la República de las Letras, vuelve con nuevo libro, esta vez dedicado a los pijos malotes. Lo publica Ariel y se titula La verdadera historia de la Panda del Moco, una banda callejera de la "zona nacional" como a los fachas les gustaba decir en aquella época en la que veían amenazados sus privilegios con la llegada de la democracia.

No fue para tanto. Muy pronto, se dieron cuenta de que la democracia no era un asunto tan amenazante, sino todo lo contrario. El nuevo régimen llegaba en su ayuda en forma de Transición. Pero, por si acaso, se pusieron a practicar artes marciales y a darle a los nunchakus. Iñaki Domínguez, como viene siendo habitual en sus trabajos, entrevista a los protagonistas de la época y contrasta las respuestas con argumentos sociológicos, provocando así que, tras la lectura de su libro, te asalten las preguntas; cuestiones que llevan a plantearse una serie de asuntos que relacionan la calle con la actividad política. Ese es el mayor acierto de Domínguez. Sin duda.

En este nuevo libro no sólo aparece hablando el Francés, jefe de la Panda del Moco, sino que también aparecen escritores como José Ángel Mañas, quien saltó a los selectos cielos del arte a principios de los noventa con su novela Historias del Kronen, dando nombre a una generación a la que yo llegué tarde, pues cuando yo hice aparición, la etiqueta ya no existía.

Nunca lo he dicho, pero de toda aquella 'generación Kronen', José Ángel Mañas fue el mejor, con diferencia. No lo digo por echarle flores, en todo caso lo digo por echarle hojas de yerba de los pitillos que tenemos pendientes. Mañas es un escritor de oreja, con un oído muy fino para captar diálogos, para narrar con ritmo sobre las voces de la calle. Cuando salió Historias del Kronen lo compararon con El Jarama de Ferlosio. A mí no me pareció una comparación acertada. Los diálogos de Ferlosio son diálogos muertos. Los de Mañas están vivos. Sin salirse de la generación de posguerra, a mí Mañas se me parece más a Aldecoa que a Ferlosio.

Hay otro autor que sale en el libro de Iñaki Domínguez y ese es Paco Gómez Escribano. Para quien no conozca a Paco, baste decir que es como Rosendo, pero en escritor. Para entendernos: si Rosendo escribiese novelas, las escribiría como Paco Gómez Escribano; un tío puro, auténtico, del barrio de Canillejas y al que Domínguez también entrevista para el libro. Hay un momento en el que Gómez Escribano viene a decir, asombrado, que en Canillejas ve a gente de su barrio -barrio obrero- votar a Vox, o con la banderita de España en el collar del perro; currelas que no llegan a fin de mes y que defienden el discurso de los Cayetanos.

Pero no hay que sorprenderse por eso; en mis tiempos, el lumpen de lo más tirado llevaba banderitas de España con la gallina facha en la pulsera del reloj y, si cuestionabas a alguno, te metían un cabezazo al grito de ¡Viva España! Es un discurso fácil y que viene a llenar de significado el significante que ha quedado vacío. Porque en política no existen los significantes vacíos, ya que, de seguido se llenan con malas intenciones.

Porque en nuestro país, en los últimos tiempos, las calles se han quedado vacías de significado político y es ahí donde ha entrado Vox, a servir de muleta popular al próximo gobierno de derechas que ya está llamando a la puerta. Entretanto, Iñaki Domínguez sigue levantando acta desde su cátedra de macarrología, esta vez con pijos malotes capaces de volarte la cabeza de una patada.