Llevan tiempo confundiendo al personal, haciéndose pasar por rojos cuando son igual que los rabanitos: rojos por fuera, blancos por dentro y siempre cerca de la mantequilla. Por ahí por donde mires, en este gobierno sólo verás anti-izquierda, farsantes con el fleco de los jurdeles siempre colgando junto a sus embustes; hombres y mujeres que están convirtiendo la política institucional en un juego de trileros. "A ver... ¿dónde se esconde la bolita?".
El otro día Sánchez se volvió a poner en evidencia, reconociendo su mentira cuando anunció que el Consejo de Ministros había aprobado el embargo de armas a Israel, a sabiendas de que, durante los últimos meses y cada vez que salía el tema, el presi decía que no, que España no comerciaba con Israel. En realidad, la cosa sigue igual después de un Consejo de Ministros que es lo más parecido a una junta de accionistas. Como bien dijo la periodista Olga Rodríguez, "nuestro país no suspende relaciones comerciales con Israel ni establece sanciones a empresas que participan en la ocupación".
Por decirlo de otra manera, Sánchez nunca ha sido de izquierdas; trabaja al servicio del Capital y, entre otros muchos aportes, el Capital apoya el Estado genocida de Israel. Otro asunto es el juego que se trae con el pueblo. "A ver... ¿dónde se esconde la bolita?". Porque no hay que olvidar de dónde nos sale Pedro Sánchez, y no me refiero a esa descalificación tan burda que mantiene la oposición acerca de las saunas del suegro, por favor; me refiero a que Sánchez fue miembro de la Asamblea General de Caja Madrid y, como sabemos, Caja Madrid es un banco, un negocio basado en coger dinero y convertirlo en mercancía, revalorizándolo en cada vuelta de la espiral capitalista.
Y en esas estamos mientras el mundo se derrumba y todo se viene abajo. Para que el hundimiento no haga tanto daño, decido encender la conciencia crítica. Y lo hago con ayuda un viejo conocido mío como lo es B. Traven, un autor enigmático, amigo de los indígenas de Chiapas donde dicen que murió.
En una de sus novelas -para mí, la mejor de todas- titulada El tesoro de Sierra Madre (Acantilado), Traven nos presenta las relaciones turbias de una amistad fundada en el comercio. Con este principio, muy pronto las relaciones se convierten en mercancía -en cuanto se consiguen arrancar las primeras pepitas de oro de la mina- y los protagonistas dejan de ser esclavos del hambre para pasar a ser esclavos de la propiedad. En el rito de paso que media entre unas cadenas a otras, surgen los monstruos.
B. Traven, conocedor del yugo capitalista, se lanza a hacer una novela con materiales críticos; una historia de aventuras con trasfondo político narrada a la sombra de una sierra maldita; un paraje donde los fantasmas acechan y el reloj de la muerte suena cada segundo. Con la lectura de esta novela de B. Traven podemos aprender a no fiarnos nunca de las palabras de los trileros; porque cuando estos van y preguntan que dónde se esconde la bolita, la bolita ya está oculta bajo la uña del pulgar.