Acaba una semana difícil para nuestros políticos. Las actuaciones de algunos han provocado rechazo y hartazgo en la sociedad.

Las palabras gruesas se amontonan en el Congreso de los Diputados. Son escupidas con odio y rencor. Los diputados no parecen sorprendidos: "Es lo de todas las semanas", dicen. Unos y otros se echan la culpa de un ambiente político irrespirable. Escuchándolos da la sensación de que algunas de nuestras Señorías se olvidan por momentos de que ahí fuera hay más de 27.000 muertos. Más de 236.000 contagiados y muchos sanitarios luchando para que el virus no siga incrementando las cifras.

Cayetana Álvarez de Toledo sube a la tribuna para decirle a Pablo Iglesias que su padre es un terrorista. Horas después ha sido el vicepresidente quien ha acusado a Vox de querer dar un golpe de Estado. Entre terrorismo y golpes de Estado anda el juego. Como si no hubiéramos tenido de las dos cosas suficiente en el pasado. Como si no tuviéramos suficiente tarea en el presente.

El espectáculo nauseabundo que algunos ofrecen lo alivia cada semana Salvador Illa, el Ministro de Sanidad. Ha comparecido diez veces en la comisión. Todas las semanas, cada jueves. Ha aguantado todo tipo de comentarios y quejas de los grupos de la oposición. Jamás ha entrado al trapo, nunca una voz más alta que otra y ninguna mala cara o mal gesto. "No es el momento de reproches" se cansa de repetir.

Siempre dice todo con educación y espíritu constructivo. Derrocha humildad y empatía. Se le ve cansado, a ratos triste, pero nunca pierde la compostura. Él sí es un buen ejemplo de cómo poner en práctica el luto y respetar a los fallecidos. Desde el primer día.

No solo se dedica a la gestión de la crisis sanitaria más grave de los últimos 100 años. No solo ha comparecido rigurosamente cada semana en la Comisión. Sanidad ha respondido por escrito a 5.170 preguntas de todos los grupos parlamentarios sobre el Covid-19. 2.996 son solo del PP. Algunas de esas respuestas escritas han entrado al registro fuera de plazo, pasados unos minutos. Una excusa más que suficiente para que el PP, conforme al reglamento, pida que sean respondidas de manera oral. Así, Salvador Illa estuvo ayer casi 4 horas compareciendo ante los diputados y después 2 horas y media contestando preguntas que ya había respondido por escrito. Entró en el Congreso a las 12:00 y salió a las 18:30 de la tarde. No me extraña que Pablo Iglesias reconozca que está muy orgulloso del Ministro de Sanidad y que es el mejor que nuestro país puede tener. El propio Iglesias debería aprender de él técnicas sobre contención, con debates alejados del barro.

Patxi López, el Presidente de la Comisión para los pactos de la reconstrucción, explotó ayer y dijo estar harto de la pelea política. "¿Es que no estamos entendiendo nada de lo que demanda la ciudadanía?", se pregunta. El pacto no va a ser fácil. Entre los grupos hay demasiado escepticismo y creen que será muy difícil que el acuerdo, si llega, se produzca por unanimidad. Tienen poco más de un mes para ponerse de acuerdo y de momento no avanzan en el entendimiento. De nuevo, los tiempos parlamentarios juegan en su contra.

Invito a que los 350 diputados respondan a la pregunta que ha hecho Patxi López. Vuelvo a hacerla: ¿Es que no estamos entendiendo nada de lo que demanda la ciudadanía?. Con la esperanza de que el lunes empiecen la semana con otra actitud. Los españoles están deseando sentirse representados con su clase política. Sin quererlo están provocando que suenen las cazuelas.