Tiene 56 años, se llama Francisco Javier García Gaztelu y ha pasado a la historia como Txapote. Lleva entre rejas desde 2001, cuando fue detenido en Francia gracias a las investigaciones de la Policía española. En ese momento era el máximo responsable de todos los comandos de ETA, tras haber pertenecido y dirigido uno de los taldes más mortíferos de la banda, el comando Donosti. En su negro haber acumula decenas de crímenes, entre ellos los de los políticos Gregorio Ordóñez (1995), Fernando Múgica (1996) o Miguel Ángel Blanco (1997). Condenado a penas que superan el siglo, jamás se ha movido de las posiciones más cerriles de ETA y nunca ha mostrado un atisbo de arrepentimiento.

Cubrí los crímenes de Txapote desde los distintos medios en los que trabajé aquellos años. Vi con mis propios ojos el dolor en las familias y los compañeros de sus víctimas, un dolor que solo quienes han pasado por algo así pueden llegar a comprender. El contacto con las víctimas del terrorismo me hizo comprender que no son un bloque monolítico, como tampoco lo son las víctimas de delitos comunes. Cada uno gestiona el luto, las ausencias y la rabia como quiere o, mejor, como puede. Hablar de "las víctimas del terrorismo" como si fuesen un ente uniforme es un grave error, casi siempre interesado para emplearlas con fines políticos.

Tengo una excelente relación con unas cuantas víctimas del terrorismo. Algunas, como Mayte Pagaza, Daniel Portero o Mari Mar Blanco, eligieron la política como vía para luchar contra la barbarie. Otras volcaron sus energías en el compromiso ético y en armar una resistencia furibunda a los terroristas de ETA desde la sociedad civil. Consuelo Ordóñez, hermana del concejal Gregorio Ordóñez, se ha mantenido siempre al margen de los partidos y jamás ha permitido que COVITE -su asociación de víctimas- se ampare bajo el paraguas de ninguna sigla. Consuelo es brava como pocas: hace dos décadas, en mitad de los años del plomo, tuvo los arrestos de convocar actos públicos en las calles que los cachorros de ETA creían de su propiedad. Más recientemente, en 2016, acudió a Alsasua para apoyar a la Guardia Civil y se enfrentó a pecho descubierto a los becerros que pedían la expulsión del Instituto Armado de Navarra y el País Vasco. Como ven, el compromiso de Consuelo con las víctimas es incuestionable.

Quizás por ello y porque Txapote fue condenado por el asesinato de su hermano, a Consuelo Ordóñez le duele especialmente la banalización del terrorista a la que asistimos en las últimas semanas. La cosa viene de una conexión en directo en un programa de 'TVE'. El reportero preguntó en Cazalegas (Toledo) a un hombre por los radares móviles de tráfico y el tipo se descolgó con un "Sánchez, que te vote Txapote". Y, naturalmente, en tiempos donde la frivolidad, la superficialidad, la demagogia y los mensajes que parecen destinados a captar votantes menores de 12 años han colonizado por completo la política, sin distinción de colores, la frase ha hecho fortuna entre las filas del Partido Popular. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, es quien la ha hecho suya con mayor ahínco, hasta el punto de convertirla en un eslogan que no sé si llegará vivo a mayo, el mes de los comicios autonómicos.

Díaz Ayuso tenía 17 años cuando ETA mató al socialista Fernando Múgica, un crimen perpetrado por Txapote, del que la política no debe de guardar ningún recuerdo. Yo sí me acuerdo de su funeral, del féretro envuelto con una bandera socialista y de sus compañeros, con Felipe González a la cabeza, devastados por la rabia y el dolor. La familia del político ha sido siempre beligerante contra el blanqueamiento de los abertzales y los pactos tejidos por el actual PSOE con EH-Bildu, los herederos de ETA, sin necesidad de banalizar nada ni de invocar al asesino etarra. La presidenta de la Comunidad de Madrid y sus compañeros de partido tienen muchos argumentos para atacar al presidente del Gobierno y uno de los principales es su compadreo y el apoyo que recibe desde la bancada de aquellos que fueron cómplices o, en el mejor de los casos, callaron ante los crímenes de ETA. No hace falta repetir el infantil lema que recuerda al carnicero que tanto dolor causó. Los votantes adultos lo agradeceríamos.