Corren tiempos es los que es difícil hacerse comprender, en los que no hay tiempo ni espacio para matices, ni siquiera para explicaciones. Una intervención mía en televisión se resume en un tuit que a la hora que escribo estas líneas tiene más de 1.500 respuestas y muchas de ellas dejan claro que hay que dar más detalle en las explicaciones.
En la edición del jueves de Al Rojo Vivo intervine para hablar de los destrozos causados tras la manifestación del miércoles por la noche en Madrid. Conté que la Policía estaba sorprendida porque a los grupos que habitualmente monopolizan y dirigen los enfrentamientos con la Policía –Bukaneros, Yesca, Distrito 14, todos ellos de marcado carácter de extrema izquierda, antifascistas y antisistema–, se ha unido gente muy joven "sin vinculación a grupos políticos" y "sin ningún sustrato ideológico claro". Las frases entrecomilladas son las que reproducía el tuit que resumía mi intervención.
Las respuestas me obligan a aclarar algunos puntos. Las algaradas callejeras, desde los tiempos de Rodea el Congreso, han estado protagonizadas y monitorizadas por gente muy identificada con determinados grupos: Distrito 14, Bukaneros, Izquierda Castellana y sus juventudes, Yesca. Todos ellos participan en asambleas, se organizan de manera casi militar y sí tienen un sustrato ideológico, son activistas políticos, con un cierto poso y una formación. Mantienen intercambios con grupos análogos de fuera de España –anarquistas y antifascistas italianos y griegos– y se identifican como miembros de estas formaciones, alejadas del arco político constitucional, pero formaciones al fin y al cabo. Varios tipos de esos grupos fueron detenidos tras los disturbios del miércoles.
La novedad en la manifestación que reclamaba la libertad del rapero Hasél, como en las recientes de la Asamblea de Madrid, es que entre los detenidos había unos cuantos menores de edad o gente muy joven que no tenían ninguna relación con estos grupos. Chavales sin ninguna formación política, sin ninguna lectura, que no acuden a asambleas y cuyo único nexo entre ellos es la ideología Acab (all cops are bastards, todos los policías son bastardos), un profundo odio a la Policía y al sistema. Son jóvenes de barrio cuyo activismo se reduce a enfrentarse a los agentes sin miedo y con una enorme violencia. A eso me refería exactamente cuando hablaba de la falta de sustrato ideológico y de su no vinculación a grupos políticos. Son tipos que vienen de fumar porros en el parque, la lían en una manifestación y vuelven al parque.
Unos y otros –los de tradición violenta y los recién llegados– suman sus fuerzas para causar el mayor daño posible a la Policía y a los bienes comunes y particulares de la ciudad. Todos fueron convocados por el Movimiento Anti Represivo, una amalgama de grupo de ultraizquierda y anarquistas. No son –tal y como dijo Echenique– "jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión", sino profesionales de la algarada cuya ideología se reduce a la destrucción material e ideológica del sistema. Y lo que provocan son, pese a lo que diga el portavoz de Podemos en el Congreso, Rafael Mayoral, problemas de orden público y de seguridad. Los más de treinta policías heridos son la prueba de lo que digo. Nadie va a manifestarse por la libertad de expresión provisto de herramientas para fragmentar adoquines y lanzarlos a la Policía. Mejor les iría a los representantes de Podemos si condenaran esta violencia sin ambigüedades antes de que sea demasiado tarde, antes de que llegue el primer muerto.