Ayer fue el primer día de colegio de este nuevo curso para las buenashijas y para nosotros, el buenpadre y yo. Porque el colegio también es para las madres y los padres: la organización de cumpleaños en grupos cada trimestre, la logística para llegar a tiempo (o derrapando) a todas las extraescolares, la gestión sin morir en el intento de los grupos de whatsapp y como no, las manualidades en fiestas importantes, que sacan tu lado más artístico ante la imposibilidad de que una niña de cuatro años haga en plastilina un rebaño de ovejas, que parezcan ovejas, o un ratón de biblioteca, que yo no sabía ni que existían hasta la pasada Navidad.

Pese a esto, ayer fue un día muy feliz y las Malasmadres lo celebramos descorchando champán y tirando confeti en la puerta de los colegios porque la rutina por fin llega a nuestro hogar. ¡Bienvenida sea usted, la estábamos esperando! Durante las vacaciones de toda la familia todo se lleva mejor, aceptamos que se salten las normas, tomen helados a discreción y trasnochen, sabiendo que a la mañana siguiente se despertaran igual de pronto. Pero cuando vuelves de vacaciones y llevas dos semanas practicando los duros juegos de la conciliación, tirando de nuevo de campamento de verano, apoyo familiar, cuidadores y amigos, la cosa se pone más que difícil y tachas cual presidiaria los días que quedan para que llegue el primer bendito día de colegio.

Claro está que estas afirmaciones no son bien recibidas en todos los lugares donde predico mis creencias maternales porque volvemos a lo de siempre. Si manifiestas tus ganas de que llegue el colegio y la bendita rutina, parece que no quieres vivir pegada a tu prole, sin horarios establecidos, abrazada al amor que te dan (y al calor), compartiendo momentos (y rabietas) sin fin… Pues no, ¡no quiero! Yo necesito mi independencia, mi espacio y mi orden. El buenpadre también. Y ellas también. Sus horarios, su espacio y su orden. El domingo no paraban de cantar por el pasillo de casa: "Mañana hay cole, mañana comienza el cole". Así que no sé si esto les viene de familia o lo hacen por mí y la ilusión que saben que me hace. Amor del bueno, lo que yo os diga. Porque a mí que las malas lenguas me miren de reojo, como si quisiera menos a mis hijas por querer perderlas de vista y que disfruten del colegio, no me achanta. ¿Y saben por qué? Porque tengo la conciencia tranquila. Porque somos una familia bien avenida, que se da achuchones de buena mañana y que discute mucho y que se quiere hasta el infinito y más allá, pero que también disfruta del trabajo, del colegio y de otros momentos.

Así que yo ahora, que todavía no ha llegado el primer día de cole a todos los lugares de España, pido desde aquí que ninguna madre y ningún padre pueda privarse de tal emotivo momento. Y dejando el humor a un lado, lo digo en serio. Ese día la mayoría de madres padres queremos estar presentes y si no pregúntenle a las madres y padres que conocen y hagan un estudio entre sus allegadas y allegados. Somos así. A las Malasmadres se nos llena el alma de orgullo y satisfacción cuando entran por la puerta del colegio el primer día pensando en:

- Pero, ¿cuándo ha pasado tanto tiempo?

- ¡Qué mayor se hace mi niña / mi niño!

Y hasta la lagrimita se nos cae cuando les vemos achuchar a su profesora o profesor y sonreír al ver de nuevo a sus compañeras y compañeros.

Si con esto no les he convencido, después de mis confesiones de Malamadre, pues pongámonos en la piel de la niña o del niño y de su necesidad de tenernos ese día a su lado. Ir con su madre y/o su padre les da seguridad. Claro que pueden ir acompañados de sus abuelas/os, tías/os, amigas/os o cuidadores/as. Pero… un momento, ¿cuál es esa razón de peso para que la madre y/o el padre no vayan? ¿El trabajo? Pues hay que plantarse ante este sin sentido. Y es una de las razones por las que hay que seguir luchando. Porque señoras empresarias y señores empresarios eso también es conciliar y ningún trabajo debería privar de llevar a su hijo/a a un padre y/o una madre. ¿De verdad la productividad de su trabajador/a se mide por esa hora de ausencia o esa flexibilidad que le hará ser un trabajador/a más feliz? ¿De verdad no se le puede cubrir en su puesto ese día al año? Pensemos con la cabeza, pero también con el corazón. Pongámonos en la piel de la otra persona o de ese niño o esa niña. Todos los años recibo mensajes de Malasmadres que no han podido ir el primer día de colegio a llevar a sus hijos o hijas porque le quitaban el sueldo de ese día o incluso les amenazaban con perder su puesto de trabajo. ¡No puede ser!

Que la conciliación es un problema social que depende de muchos agentes y que es más complejo de lo que parece lo sabemos todas a estas alturas, sobre todo, las que la hemos sufrido en nuestras propias carnes. Ningún trabajo o empresa debería privarte de lo que debería ser un derecho. Si se considerará un derecho y no un privilegio QUIZÁS todo sería más fácil, quizás la conciliación no sería un obstáculo, quizás no tendríamos que renunciar, quizás la maternidad tendría más valor, quizás hubiera un compromiso social de verdad y quizás, sólo quizás, no estaríamos luchando por no renunciar.

¡Feliz vuelta al cole!

Y a vosotros y vosotras, empresarios y empresarias más empatía.

Y a vosotros y vosotras, politicos y políticas más compromiso.

Y a vosotros y vosotras, compañeras y compañeros más apoyo.

Y a vosotras, Malasmadres toda mi admiración.

A seguir luchando.

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