Un verano sin hielo. O por lo menos no tanto como se demanda. Esta parece que es la última consecuencia que estamos viviendo a raíz del encarecimiento del coste de la energía. Regiones de España donde se limita su compra por persona o, simplemente, te acercas a supermercados, gasolineras y tiendas y no hay. Una situación que está poniendo en jaque al sector hostelero y hotelero que ven como en esta época de alta demanda, no tienen suficiente cantidad como para abastecerla.

Algo tan fácil de generar como colocar agua en el congelador en cualquier recipiente, independientemente de la forma o tamaño, que algunos medios de comunicación han bautizado como el hieling. Pero que por mucha palabra en inglés que le pongamos, no deja de ser meter agua a temperaturas bajo cero para que se forme hielo. Fin de la magia.

En este contexto de carencia lo que sí puede ser de utilidad es aprender algunos trucos para que el hielo nos dure más, especialmente cuando nos vamos a la playa, piscina o al campo, ya que no hay nada mejor cuando suben las temperaturas que disfrutar de nuestros líquidos lo más fresquitos posible.

El primero parece una contradicción: utilizar agua caliente para las hieleras. Gracias al conocido como “efecto Mpemba”, el agua caliente se congela mucho antes, además de compactarse mejor, evitando las burbujas interiores, y durará más.

Para que duren más el tamaño importa. Mejor que tener muchos cubitos de hielo más pequeños, son menos y más grandes, ya que tardará menos en derretirse, por lo que lo mejor es intentar que los tamaños de las hieleras sean lo más grande posible. Si no tenemos hieleras a mano, podemos usar un tupper, y después trocearlo (o no, si lo vamos a usar simplemente para enfriar y no para introducirlo en las bebidas).

En este primer caso, donde solo lo utilizamos para enfriar otra forma de que duren más en nuestra nevera portátil es añadir agua y sal gorda. De esta forma, cuando metemos los hielos se genera una reacción endotérmica y hace que se mantenga más tiempo el frío dentro. También funciona muy bien el recubrir el interior de la nevera con papel de aluminio, un paño mojado o simplemente papel húmedo. Estos funcionan como aislante térmico y retrasa el derretido de estos.

Recuerda coger una nevera de color claro e, incluso, que la pintura sea reflectante, de forma que reflectará la luz y eso hará que la propia nevera absorba menos calor y el frío en el interior aguante más. Además de colocar siempre la nevera a la sombra, obvio. Aunque muchos vayan a la playa sin sombrilla fruto de la tanorexia.

Ayudar al frío con más frío. Esa es otra premisa a tener en cuenta y podemos usar las bolsas de frío que tenemos por casa para aliviar dolores e inflamaciones, haciendo que la temperatura sea lo más baja posible y no dependa solo de la cantidad de hielo que hemos metido. También funciona muy bien las placas de agua para congelar que nos suelen vender.

Por último, congelar una botella de agua. No en su totalidad, ya que el agua aumenta de tamaño cuando se congela (aunque sea algo de Perogrullo, más vale prevenir que curar), y, de esta manera, con un par de botellas en la nevera, además de mantener el frío, se irá derritiendo y siempre tendremos agua fría para beber. Doble función, sensación única para este verano.