La gente lo tiene clarísimo. Pero clarísimo. Cristalino. O estás a favor de la cancelación del concierto de C. Tangana, o en contra. Francamente, yo no lo tengo tan claro. No sé qué pensar. De verdad, a ratos pienso una cosa y a ratos otra bien distinta. Aunque no seré yo quien defienda lo que canta este sujeto trapero, ni su pretendida transgresión, que de transgresión nada, su mensaje es la misma ranciedad de siempre. Y me pregunto: ¿me parece adecuado que con dinero público se pague la actuación de este señor? Mi primera reacción es el no. Pero por otra parte las canciones son ficciones, y no están hechas para mostrarnos modelos de conducta, ni están sujetas a discursos morales… Luego para mi desgracia están estos columnistas supuestamente de izquierdas -gente desubicadísima, que se piensa subversiva, cuando en realidad son puro establishment y pura reacción-, mega plastas y súper en contra de esta medida, hablando de censura. Y claro, un poco a favor de la cancelación me pongo. Siempre a la contra de estos señoros. Ni un día sin recordar que ellos son el mal. Pero lo que está claro es que se trata de un debate interesante. En eso muchísimos estarán de acuerdo conmigo.

En cualquier caso, en una semana como la que hemos pasado en la que prácticamente todos los días hemos tenido noticias de agresiones sexuales o de violencia machista, este tema, aunque viene al caso (se cancela a C. Tangana para no subvencionar su música por propagar con sus letras mensajes machistas y despectivos para las mujeres, y que fomentan la cultura de la violación), debiera haber pasado a un segundo plano. El foco, una vez más, no ha estado sobre lo importante, lo inquietante, lo aterrador. Porque lo tenemos tan normalizado, tan interiorizado, tan incrustado… Yo creo que todos lo días deberíamos hablar, por ejemplo, de las provincias que carecen de juzgados de violencia contra la mujer, o del escaso número de jueces o fiscales que están formados en cuestión de género, o de las medidas de educación que no se están instaurando. Porque todo esto es bastante insoportable. Y no cambia absolutamente nada. Todos los días habría que informar sin parar de las grietas de un sistema que no actúa lo suficiente, que no previene, que no educa y que no se desgañita para frenar esta situación inenarrable. Cada día.

Y mientras tanto nos acusan de agresivas, de locas, de histéricas y lo que es más de traca, aún: ¡De puritanas! Ese es mi preferido. Ese que no falte. Puritanismo en el feminismo: ¡esa entelequia, señora! ¡Puritanismo en una sociedad que vive instaurada en la cultura de la violación! Habrase visto. Y la ultraderecha en las instituciones. Queda mucho.