El trifachito me tiene horrorizada y atemorizada, a la par que escandalizada. Aunque he de confesar que un poco entretenida también. Es gente que, definitivamente, odia el siglo XXI: esta reflexión la leí el otro día en El País, y me pareció acertadísima. Y fíjate, si hilamos más fino podemos concluir que el siglo XX también lo detestan, y si me apuras hasta el siglo XIX. Tú no me digas a mí, no oses decirme a mí, que nuestro flamante y genial nuevo alcalde de Madrid, Martínez Almeida -que debe estar que trina tras la reactivación de Madrid Central, cinco días después de su estúpida moratoria de multas y de llenar de atascos y contaminación la capital de su querida España-, insisto, no me digas a mí que este señor con aspecto de espabilado no tiene pinta de odiar la penicilina, el agua corriente, el oxígeno, el ferrocarril, los churros, las tacitas de té. Las células madre o a la nutria que se ha venido a vivir con nosotros al río Manzanares. Odia también el museo Thyssen, Netflix y a Joan Crawford. No puede con ella. Ni con Massiel. A la que más odia es a Massiel.

Y luego claro, ha pactado con otra gente que odia todo eso y a las mujeres y a la comunidad LGTBIQ. Y a Ismael Serrano, pobrecito mío, no pueden con él. Y fíjate qué cosas, lo que más detesta esta gente es vivir. Ellos odian la vida, odian vivir. Aunque sean provida, esto es una trampa, porque ellos quieren que nazcas, pero para que te jodas. Hacen como que les gusta la vida, qué paradoja, pero no. Ellos son ricos, pero no son disfrutones, y desde luego no tienen ningún talento para vivir ni para dejar vivir. Son autodestructivos y por esos boicotean la vida, porque en realidad ellos quieren morir para ir a vivir al infierno y reencontrarse allí con Satán, que es su amigo. Y quizás con Cristina Tárrega, que viene y va de la tierra al infierno, del infierno a la tierra, y anda ahora liada en el averno con no sé qué de capeas y mojitos. Todo muy Vox.

¿Vosotros no vais obsesionados por las calles de Madrid mirando a todo el mundo? ¿A quién habrá votado este pedazo de cabrón que se está comprando un buey de mar en la pescadería? ¿Y éste con estos tirantes y ese pelo repeinado que habla tan alto en el vagón silencio del AVE, que yo le miro la cara a este señor y lo primero que me viene a la cabeza es que es como un capataz de una plantación de algodón en Virginia Occidental en 1861? Uno de esos que te hace un manspreading incluso de pie. ¿Y ese tío indie con la camiseta de Los Planetas? Otro pedazo de facha seguro. Indie y facha, que se lleva mucho ahora esto también. Estamos rodeados. Trifachito everywhere. Y a veces despistan. No sabes si son o no del club.

En otro orden de cosas, ¿sabías que Paul McCartney tardó más de cincuenta años en declarar refiriéndose a Yoko Ono: "Ella no rompió el grupo, el grupo se estaba rompiendo por sí solo"?. Cincuenta años, colega. Cincuenta años cargados de misoginia. Me imagino a Yoko el día que leyó las declaraciones de McCartney, dándose cabezazos por los pasillos de su apartamento en Nuevo York, tirándose de los pelos, medio calva y soltando sapos y culebras en japonés contra McCartney. Viva Yoko. Nada más.