Las celebraciones católicas de la Semana Santa se centran en conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. En este contexto, uno de los objetos más intrigantes y discutidos por la comunidad científica y religiosa es la Sábana Santa que se conserva en Turín. Esta tela de lino, de 4,4 metros de largo por 1,1 metros de ancho, presenta la imagen difusa de un hombre con marcas de tortura y crucifixión. Para muchos creyentes se trata del sudario que envolvió el cuerpo de Cristo tras ser bajado de la cruz. Pero ¿es realmente auténtica? Y tanto si lo fuera como si no, ¿cómo se ha generado esa imagen?

Es importante saber que la Sábana Santa no aparece mencionada en la Biblia explícitamente, sin embargo, varios pasajes hacen referencia al uso de lienzos funerarios tras la crucifixión. En Mateo 27:59 se dice que José de Arimatea tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia y lo colocó en un sepulcro nuevo. Marcos 15:46 y Lucas 23:53 coinciden en este detalle. El Evangelio de Juan (20:6-7) ofrece una información adicional: al entrar en el sepulcro, Pedro ve los lienzos y aparte el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús.

El posicionamiento oficial de la Iglesia sobre la autenticidad de la Sábana Santa es de cautela. No hay una declaración dogmática que afirme su origen milagroso. El Papa Juan Pablo II, en una visita a Turín en 1998, lo expresó con claridad: "Dado que no es una cuestión de fe, la Iglesia no tiene competencia específica para pronunciarse sobre esas cuestiones. Ella confía a los científicos la tarea de continuar investigando (…). La Iglesia insta a que la Sábana Santa se estudie sin posiciones preestablecidas que den por descontado resultados que no son tales; ella los invita a actuar con libertad interior y respeto atento, tanto para la metodología científica como para la sensibilidad de los creyentes".

Uno de los momentos clave en el estudio de la autenticidad de la Sábana Santa fue la datación por radiocarbono realizada en 1988. Tres laboratorios independientes (Oxford, Tucson y Zurich) analizaron muestras de lino extraídas de una esquina de la tela. Utilizando la datación por radiocarbono acoplada a la espectrometría de masas, una técnica que permite contar directamente los átomos de carbono-14 (14C), determinaron que la tela databa de entre 1260 y 1390 d.C. Esto sugeriría que no es el sudario de Cristo, sino una reliquia medieval.

La base de la técnica de datación por radiocarbono está en la química nuclear. El carbono-14 es un isótopo radiactivo que se produce de forma natural en la atmósfera por acción de los rayos cósmicos sobre el nitrógeno. Se incorpora a las plantas mediante la fotosíntesis y pasa a los animales por la cadena alimentaria. Mientras un ser vivo está en contacto con el entorno, mantiene una proporción constante de 14C. Al morir, esa incorporación cesa y el isótopo comienza a desintegrarse a una tasa conocida (vida media de 5.730 años). Midiendo el 14C restante, se puede estimar el tiempo transcurrido desde la muerte del organismo. Esta técnica se aplica exclusivamente a materiales orgánicos, como madera, huesos, textiles vegetales como el lino, etc., y su límite práctico ronda los 50.000 años. Ahora bien, la muestra usada para la datación podría no ser representativa del tejido original, ya que contenía fibras de algodón entrelazadas con lino, posiblemente resultado de una reparación medieval realizada tras un incendio, como argumentó el químico Raymond Rogers en 2005 en la revista Thermochimica Acta, reabriendo el debate científico.

Hay, además, un elemento anatómico que ha llamado la atención de los forenses: en la imagen de la Sábana Santa, las heridas de los clavos no están en las palmas, como suele representarse artísticamente, sino en las muñecas. Esto coincide con estudios anatómicos que demostraron que solo atravesando el espacio de Destot (entre los huesos del carpo) se puede soportar el peso de un cuerpo crucificado. En la Edad Media este conocimiento anatómico no era común, por lo que algunos investigadores argumentan que la precisión de la imagen no concuerda con una falsificación medieval. No obstante, esto no invalida directamente los resultados de la datación, pero introduce un nuevo matiz en la discusión.

Y ahora, el misterio de la imagen. Qué la generó, si no fue pintura ni un milagro. No se han detectado pigmentos ni trazas de pincel. La imagen está limitada a una finísima capa superficial de las fibras, de apenas 200 nanómetros de espesor. Una de las hipótesis más plausibles desde el punto de vista químico es que la imagen

se generó por la reacción química de Maillard, un pardeamiento no enzimático similar al que ocurre al tostar pan. Esta reacción ocurre entre azúcares reductores (como los presentes en la celulosa del lino) y compuestos nitrogenados, especialmente aminoácidos. Cuando un cuerpo humano se descompone, libera amoníaco, aminas, putrescina, cadaverina y otros productos nitrogenados volátiles. En determinadas condiciones de temperatura y humedad, estos pueden reaccionar con los carbohidratos del lino, generando melanoidinas, compuestos coloreados de tonalidad marrón-dorada. Esta reacción podría explicar por qué la imagen aparece de forma difusa, solo en la superficie, sin que se haya aplicado ninguna sustancia externa.

Otra posibilidad complementaria es la oxidación ácida de la celulosa. Gases ácidos producidos por el cuerpo, como ácidos grasos volátiles, podrían haber provocado una deshidratación localizada de la celulosa, generando zonas de coloración marrón por oxidación. Ninguna de estas teorías ha conseguido reproducir en laboratorio exactamente la imagen con todas sus características (bidimensionalidad, detalle anatómico, coloración superficial), pero ofrecen una base científica razonable sin recurrir a explicaciones sobrenaturales.

La Sábana Santa es uno de los objetos más estudiados de la historia, y también uno de los más controvertidos. A menudo se utiliza el debate científico y teológico que suscita su autenticidad para argumentar que la ciencia y la fe son incompatibles, lo que es un error. Tal y como dijo Juan Pablo II, no es necesario que la Sábana Santa sea auténtica para que tenga sentido en la contemplación del misterio cristiano; pero tampoco está mal seguir preguntándonos qué ciencia hay en lo que muchos llaman milagro.