El Partido Popular ha cosechado un pobre resultado en las elecciones catalanas y se ha visto claramente superado por VOX, confirmando así los peores temores de sus dirigentes. En Génova, no pueden atribuir la derrota a su candidato, porque el presidente Pablo Casado ha estado omnipresente en esta campaña.

El actual líder del PP es un político confuso y poco consistente. Anoche, lejos de hacer autocrítica, en Madrid atribuían la debacle a la irrupción de Luis Bárcenas en campaña. Es seguro que aquello no ayudó, pero en política no solo influyen los inconvenientes, sino que también importa la gestión de los mismos. Casado optó en ese momento por distanciarse del PP de Aznar y de Rajoy, cuando él ya militaba en los tiempos del acné juvenil. Pero además, creo que ni él ni su entorno han querido darse cuenta de que no tiene la autoridad moral, intelectual y política dentro de la formación para defender semejante ruptura.

Le falta el empaque y, por supuesto, los resultados. Por otro lado, para acentuar ese mensaje tan inverosímil de que "ese PP ya no existe", Casado dijo en campaña que él nunca estuvo de acuerdo con la gestión de Rajoy del 1-O y que por eso aquel día no quiso ejercer de portavoz. Lo que supongo que pretendía ser una muestra de gallardía y un guiño a los catalanes, fue todo lo contrario. Provoca estupor tal reconocimiento de cobardía cuatro años después. Lo coherente habría sido mostrar su oposición el día de autos, no ahora para intentar retener un puñado de votos.

Por último, fue verdaderamente chocante ver al PP insinuando que Salvador Illa se había vacunado por no querer hacerse la PCR antes de un debate electoral. Aún cuando ya había quedado claro que el test no refleja si te han pinchado o no, Casado y compañía seguían intentando engañar de un modo grotesco a los ciudadanos. En definitiva, lo que le pasa al actual PP es que trasmite sensación de insolvencia y una total falta de identidad. Al principio, no paraba de hacer guiños a VOX y de repente, rompió con Santiago Abascal y echó de la primera línea a todo lo que se pareciera. Ahora, no sabemos qué les interesará más defender. A Casado le falta tirón y necesitaría realmente un milagro para convertirse en un líder ilusionante, tanto dentro como fuera de su partido.