Hamás cometió crímenes de guerra en su ataque contra Israel el pasado sábado. Eso es un hecho probado que nadie puede discutir. Estoy plenamente convencido de que un miliciano de Hamás es capaz de realizar cualquier atrocidad, incluida la decapitación de un bebé. Hamás asesinó a sangre fría a población civil, también a niños, y con eso debiera bastar para no necesitar inventar historias de terror dramatizadas que buscan demonizar a todo una etnia. Porque eso es lo que fue la mentira de los 40 bebés decapitados, un relato propagandístico que tiene como objetivo deshumanizar a la población de Gaza convirtiendo a cualquier civil en terrorista para hacer insensible a la opinión mundial frente a los crímenes de guerra que está cometiendo Israel. Porque nadie levantará la voz si se extermina a quien decapita a cuarenta bebés. No importa que se desmienta porque queda en el inconsciente colectivo y engrasará la posibilidad de realizar un genocidio planificado contra los palestinos con la connivencia de quien quiere creer que en el kibbutz de Kfar Azar se han decapitado a 40 bebés.

La historia nos ha enseñado cómo funcionan estas historias, en Israel las conocen bien porque las sufrieron durante siglos. Una historia como esa tiene un nombre específico llamado "libelo de sangre" y tuvo como destinatario a la población judía para demonizarla. Ahora, simplemente usan aquello que fue efectivo contra su cultura para usarlo contra sus enemigos. Los libelos de sangre eran una acusación antisemita que consistía en difundir la información falsa de que los judíos sacrificaban niños para conmemorar una festividad que recreara el martirio de jesucristo. Los orígenes de estas falsas acusaciones se remontan al mundo clásico y el primero del que se tiene constancia fue incluido en las crónicas de Flavio Josefo contra Apión. A partir de ahí se vinieron repitiendo de manera sistemática, con especial incidencia en el medievo, hasta alcanzar la época contemporánea. Uno de estos libelos de sangre fue el causante del mayor pogromo después de la Segunda Guerra Mundial y ocurrió en Kielce (Polonia) en julio de 1946 contra judíos supervivientes del Holocausto. Tras la liberación de los campos de concentración por parte de las fuerzas de la URSS algunos de los supervivientes regresaron a sus hogares, en Kielce unos 150 pudieron regresar a su antiguo hogar y fueron todos realojados en un edificio de la calle Planty de la localidad.

Henryk Błaszczyk, un niño de polaco de 9 años, desapareció durante dos días. Cuando apareció, su padre y el niño, denunciaron que había sido secuestrado por un judío de los que se alojaban en la calle Planty. El niño en realidad había estado en casa de una familia y aseguró años después que estaba el plan concertado con su padre y la policía polaca. La denuncia del niño vino acompañada de una campaña de intoxicación institucional en la que se acusaba a los judíos de la calle Planty de haber realizado ese secuestro para realizar una serie de rituales con los niños.

La policía, el ejército y los ciudadanos locales se reunieron alrededor del edificio y el pogromo comenzó, las fuerzas del orden entraron en el edificio a sangre y fuego y mataron a 42 judíos dejando heridos a otros 40. En el edificio no se encontró ningún niño secuestrado, ni pruebas ni evidencias de que hubiera habido ningún ritual. Una mentira, un libelo de sangre, sirvió para justificar el asesinato masivo de judíos. Esa es la intención última de cualquier mentira que tiene como objetivo un colectivo social o un grupo étnico, se trata de hacer posible el genocidio y el asesinato masivo. Los 40 niños decapitados en el Kibbutz Kfar Azar son otro libelo de sangre pero ahora no son los judíos el destinatario del odio, sino la población gazatí.

El bulo de los 40 niños decapitados tiene unos creadores específicos. Un colono radical israelí, una periodista que no contrasta la información, y una cadena de propaganda sionista. La periodista Nicole Zedek, en una visita controlada por el ejército al Kibbutz Kfar Azar, dijo que habían sacado 40 niños en camilla. En la entrevista que hizo a un militar este dijo: "Caminamos de puerta en puerta, matamos a muchos terroristas. Son muy malos. Cortan cabezas de niños, cortan cabezas de mujeres. Pero somos más fuertes que ellos". De ambas afirmaciones juntas el ministerio de propaganda de Israel sacó en sus redes sociales un tuit hablando de 40 bebes asesinados con un corte de la intervención de la periodista de la cadena i24, que es a Israel lo que RT a Rusia. El caldo de cultivo ya estaba abonado para el libelo de sangre, la información que se transmitió mezcló todas las afirmaciones para acabar trasladando que Hamás había decapitado a 40 bebés.

El soldado que sirvió como fuente a la periodista de la cadena sionista i24 se trata de David Ben Zion según Grayzone. David Ben Zion es un comandante de la unidad 71 y líder de un consejo de asentamientos coloniales en Cisjordania. Como líder de los colonos pidió la eliminación total de la ciudad palestina de Huwara en Nablús el pasado mes de enero mientras se realizaban una serie de ataques violentos de colonos israelís sobre población palestina. El soldado que sirvió de fuente para Nicole Zedek es un conocido integrista que fue miembro de los ultranacionalistas seguidores de Noam Livnat, que lideró un motín de reservistas y militares para no cumplir la orden de Ariel Sharon de retirarse de los asentamientos ilegales en Gaza.

Una vez que el bulo se instaura no importa que sea desmentido por el ejército de Israel, el gobierno ya sabe que aunque desmintiéndolo tiene la suficiente fuerza para quedar prendado. Después de haberlo hecho, ya desmentido, llegó a Joe Biden, con la fuerza como para decir que había visto algo que no había visto, no importa que la Casa Blanca lo desmienta después a preguntas de los periodistas. Las afirmaciones que se quieren creer vuelan rápido, los desmentidos hay que encontrarlos con mucho esfuerzo. Isabel Díaz Ayuso sigue a estas horas con un tuit en sus redes diciendo que hay 40 bebés decapitados y acusando al gobierno de ser cómplice. No importa la verdad, solo lo que puedes hacer percibir como una mentira.

Intentar desmentir que no han existido 40 niños decapitados te convierte en objetivo por parte de aquellos que lo creen. Solo un monstruo intenta rebatir un hecho tan brutal porque significa que busca proteger a los terroristas. Eso convierte a cualquier periodista o analista que pretenda hacer su trabajo de forma honesta buscando los hechos probados en parte del enemigo, en terrorista, en alguien que tiene ser perseguido. No hay 40 niños decapitados, pero aquellos que hemos intentando cortar la verdad sobre esa mentira tenemos amenazas de muerte de sionistas diciendo que tienen que encontrarnos y colgarnos por defender a terroristas. Eso es lo que busca la mentira, hacer asumible la barbarie y convertir cualquier disidente en objetivo.