Uno de los mayores problemas de la izquierda en el gobierno es que no suele aprender de las enseñanzas históricas y peca de timorata para no perturbar demasiado las virulencias de la derecha progolpista de nuestro país. El espectáculo performativo de esta mañana en el Congreso en el que PP, Ciudadanos y VOX tenían preparado su propia acción de agitación política en el hemiciclo para lograr su cuota de protagonismo a base de reventar el debate tiene un objetivo muy claro: amedrentar el democrático ejercicio del gobierno que el martes puede salir del mandato parlamentario.

Teófilo Caamaño era un guerrillero español, un luchador por la democracia y la legalidad constitucional y contra el franquismo, un maqui. Fue también miembro de la División Le Clerc que entró en París para liberarla de los nazis después de haber logrado huir de Mauthausen. Acostumbrado a lidiar con la excreción más furibunda de la reacción española utilizaba una frase que sirve de enseñanza y advertencia: "Paso corto, mirada larga, diente de lobo y cara de bobo".

La izquierda tiene que saber que la derecha va a intentar disciplinar su gobierno. Lo hará con su sobreactuación intentando que el gobierno module y modere sus políticas para no desatar sus iras reaccionarias. Lo hará desde la indignación fingida, el Fake Outrage, o la indignación real, desde la calle, el Congreso, los medios de comunicación o el Estado Profundo, desde las justicia o desde las amenazas. Lo hará de todas las maneras posibles. Es por esto mismo que, sabiendo que la derecha no concibe el ejercicio de la oposición de manera democrática, la izquierda debe saber que cualquier medida que tome suscitará un ejercicio de reacción en grado superlativo. No importa que las políticas sean de verdad radicales, su virulencia será la misma. Así que la izquierda para avanzar tiene que ser valiente y despojarse de todos sus complejos, de sus intentos vanos por moderar sus políticas para contentar a la reacción y no molestar a la derecha y satélites asociados.

El gobierno de Manuela Carmena en Madrid aportó muchos aprendizajes. No importa qué decisiones tomes para que sufras ataques furibundos desde todos los ámbitos de la carcunda. Las mismas decisiones que la administración del Ayuntamiento de Más Madrid tomó con escándalos diarios ahora son aceptadas con normalidad y ejecutadas por una administración conservadora que hablaba de la puesta en marcha de soviets. No es el qué, sino el quién. Dieron un golpe por hablar de una reforma agraria que no cambió la propiedad de las tierras; si al menos las hubieran expropiado para dárselas a los obreros, hubiera sido más difícil su victoria. A medias la izquierda se queda inerme para provocar la misma reacción rabiosa.

El gobierno que salga el martes tiene que ejercer sus políticas de manera ambiciosa, valiente y sin medias tintas. Con paso calmo, mirando al futuro, y ejerciendo su acción de gobierno sin tener en cuenta las reacciones airadas de la oposición. Gobernar, legislar e ignorar sus berreos. La derecha hablará de ruptura de la unidad nacional tanto si el gobierno acuerda un nuevo estatuto para Cataluña, como una cesión de competencias, como si proclama la República Federal de España. Así que es menester hacer lo que considere sin atender sus quejíos y lamentos. No tienen término medio y por eso la izquierda debe afrontar este periodo electoral gobernando a pesar de la derecha. Contra ellos si es preciso. Si no fueron capaces de comprender la necesidad de una ley del divorcio o del matrimonio homosexual, no van a aceptar ninguna medida de progreso social surgida de un gobierno de Pedro Sánchez y Unidas Podemos. Que la izquierda abandone toda esperanza de encontrar actos civilizatorios en la oposición retrógada que se conformó en España desde doctrinarios y absolutistas.

La legislatura será dura porque la derecha no tolera que el poder no le pertenezca por privilegio. El camino será más fructífero para este gobierno si es firme y constante, ambicioso y valiente, afilado y retorcido, pero siempre, siempre, sonriendo y bien peinado. Diente de lobo, y cara de bobo.