Javier Milei comparecía ante la patronal argentina para dar cuenta de sus medidas en sus primeros 100 días de gobierno. Hablaba en penumbra. Lo hizo pidiendo que no hubiera luces altas y directas que hagan aflorar los complejos de Javier Milei con su papada prominente. La imagen es espectral, casi clandestina, metáfora tenebrosa de su gobierno y sus medidas. En la comparecencia celebra la aplicación de la motosierra y la licuación de los ingresos de los argentinos. Hace un anuncio, habrá 70.000 despedidos públicos, lo hace con alborozo y con el aplauso de los asistentes que le interrumpen para festejarlo. La celebración del hecho de que 70.000 familias pierdan sus ingresos es el símbolo del gobierno del ultra argentino porque hasta ahora esas medidas draconianas de ajuste se habían tomado con pesadumbre siendo conscientes del dolor que provocan aunque fuera de manera hipócrita. Con Milei no, con Milei el dolor del prójimo por las medidas de recorte se celebran y aplauden con alborozo. Esa es la novedad que nos trae su gobierno.

10 días en Argentina sirven para comprender el profundo sentimiento de desazón, angustia y desesperanza que vive el pueblo argentino. Sobra decir que no todo es culpa de Milei, porque él es el remedio que la desesperanza eligió como último recurso para eludir una situación de décadas de abandono con gobiernos de todo signo. Es imposible encontrar quien defienda de manera pública la gestión actual del presidente ultra más allá de aludir a una esperanza eterea e inasible, casi basada en la fe, de que las propuestas sociópatas de Javier Milei puedan servir para mejorar el país en el futuro. Un futuro muy lejano. Los únicos que bancan al presidente lo hacen añorando un horizonte futuro porque el presente es insoportable hasta para el más acérrimo defensor del presidente que no sea multimillonario y tenga capacidad para eludir la situación terrible en la que se encuentra el país en sus primeros 100 días.

El fracaso de la teoría política de Javier Milei en Argentina está en un pequeño mosquito llamado Aedes aegypti que, con su proliferación, está provocando la mayor epidemia de dengue en la última década. Más de 180.000 infectados y cerca de 200 muertos. La teoría sobre la que sustentan todo su ideario los ultralibertarios argentinos de la Libertad Avanza es que la sociedad prospera mejor sin Estado y que el mercado proveerá de los servicios necesarios cuando exista una demanda de los clientes. Una teoría dilapidada estos días en Argentina con la proliferación de mosquitos tigre que han provocado la mayor epidemia de dengue en décadas. El portavoz Manuel Adorni aseguró en rueda de prensa que no iban a iniciar un proceso de vacunación porque la vacuna funciona en meses y para entonces ya no habría mosquitos. El hecho es que hay más mosquitos con el otoño empezado que cuando el iluminado vocero de la casa Rosada hizo el anuncio. La desaparición del Estado en políticas de salud pública se une al cese masivo de obras públicas en todo el Estado, con lo que los cauces de agua, los saneamientos y resto de infraestructura quedaron paralizados. El temporal de tormentas, unido al calor tropical, y los encharcamientos, favorecieron una infestación masiva de mosquitos tigre y la proliferación del dengue. Ni siquiera se realizaron políticas públicas de concienciación para evitar prácticas que favorezcan la cría. Así que lo único que les quedaba a los argentinos era salir embadurnados de repelente de mosquito para evitar el riesgo de que las inevitables picaduras fueran las menos y reducir la posibilidad de contraer el dengue. Es aquí cuando debiera aparecer el mercado.

Buenos Aires olía a citronella, no había local, museo, teatro o club social que no oliera a esa mezcla pastosa de limón y acidez médica. Así que todo el mundo necesitaba repelente para poder salir a la calle, la demanda era brutal, y sin embargo, el miércoles antes de la semana santa en las farmacias, supermercados o los pequeños kioskos donde además de ser imposible cargar la tarjeta del sube se convertía en imposible lograr un bote de repelente. Era la oportunidad propicia para el mercado, todo el mundo necesitaba un producto por la elusión de acción del Estado para evitar la proliferación de mosquitos y el dengue y el mercado no fue capaz de dotar a los ciudadanos de aquello que precisaban.

La única política que queda a los seguidores en redes de la Libertad Avanza es intentar aguantar el ego con medidas completamente banales que solo sirven para enardecer las masas de bots al servicio de Milei con cargo a la Casa Rosada. El portavoz Manuel Adorni, mientras la economía arde y hace imposible la vida, anunció la intención de cambiar el nombre al "Centro Cultural Nestor Kirchner" para dejar a la batalla cultural como único atisbo de resistencia de quienes habiendo votado a Javier Milei están sufriendo las medidas de recortes, austeridad, ausencia de Estado, despidos masivos e incremento de precios masivo. La estrategia política de Milei sobre la que conviene aprender más allá de las fronteras es un avance descarnado de la dinámica capitalista sin esconder el regocijo por el dolor de sus medidas mientras entretiene con fuegos de artificio para que la casta de millonarios hagan negocio con los recursos públicos. El objetivo es conocido, pero Milei y Argentina no enseñan la sublimación del método.

Argentina es difícilmente comprensible en términos políticos con los estándares europeos. El diagrama de izquierda y derecha no funciona de la misma manera y desde luego operan otros significantes y caudales de acumulación ideológico en torno a la patria, el pueblo y el progresismo que trascienden los marcos mentales que tenemos en España. Como marxista confeso me cuesta vincularme de manera racional al peronismo pero como periodista la única manera de comprender el país es vincularse a la calle, y ahí, el peronismo es ley.

La multitudinaria manifestación del 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, es otro ejemplo de la tremenda grieta que asola Argentina. La manifestación de este año fue masiva. Impresionante. Las madres de la Plaza de Mayo llevan años conmemorando la derrota de la dictadura de Videla y el recuerdo por los desaparecidos de la dictadura y el consenso sobre lo que ocurrió quedó marcado por los juicios a las Juntas Militares del año 1985. Pero este año la convocatoria fue excepcional porque el consenso se está rompiendo por el gobierno de Milei. La condena por delitos de lesa humanidad a Videla y Massera y la asunción del hecho de que los delitos no pueden perseguirse con tortura, desapariciones, asesinatos y robo de bebés era asumido por todos más allá de algunos rescoldos marginales de familiares de genocidas. En esos rescoldos se encontraba Victoria Villaruel, la número dos de Milei y actual presidenta del Senado, familiar de militares y una activista en contra de los procesos de memoria. Una negacionista que defiende la teoría de los dos demonios que defiende que la dictadura militar lo que hizo fue responder de manera excesiva ante el terrorismo montonero que era el verdadero responsable de la situación de inestabilidad que provocó el golpe de Estado. En España les sonará porque es la verdad hegemónica sobre el golpe del 36 y el franquismo.

La memoria es un elemento más de la batalla cultural, pero la economía es la que marca el paso del día a día. Un remisero nos cuenta la situación en la que vive que no es peor de la del común de los ciudadanos. Se gana un plus conduciendo para poder hacer su jubilación más llevadera después de más de 40 años habiendo sido comisario de Aerolíneas Argentinas. Un buen puesto. Pero aún así no le llega para vivir con la inflación masiva que vive el país. Un 107% en el ultimo periodo de Sergio Massa como ministro de Economía que ahora se ha desbocado con las medidas de austeridad draconiana de Javier Milei y su capo económico Sergio 'Toto' Caputo. El remisero es de ascendencia húngara, nos cuenta que su padre es un facho que luchó en Stalingrado, no nos dice con quién pero todo queda claro cuando nos dice que se vino a Argentina huyendo del comunismo húngaro y que cuando cayó el muro muchos de sus amigos se volvieron a Budapest aunque nunca quisieron haber vuelto porque el mundo poscomunista era peor que aquel del que huyeron. Es difícil creer cómo se puede vivir llevando pasajeros con el incremento del precio del combustible provocado por la retirada de las ayudas públicas que Milei tomó en sus primeros días en el gobierno. La nafta subió un 106% desde diciembre. La gasolina ya está en 1040 pesos, más o menos un euro el litro, casi a precios europeos pero con salarios africanos. Los talleres mecánicos están cambiando los depósitos para pasar de gasolina a gas de manera masiva con un coste de un millón de pesos. Argentina no se parece a Alemania como prometía el presidente, pero se está convirtiendo en líder de modificación de depósitos de vehículos para poder soportar el incremento de precios. La resistencia es la que define al pueblo argentino. Se adapta y aguanta, es lo que está sosteniendo una explosión ciudadana que todo aquel al que preguntas augura con estas medidas. Argentina va a estallar en los próximos meses. Todos coinciden. Esa es la previsión que hace todo aquel al que preguntas. No se sabe cuándo, ni qué lo provocará, pero todos lo dicen y muchos lo desean.