Miles de personas que experimentan los síntomas debilitantes del COVID persistente viajan al extranjero en busca de tratamientos costosos pero no probados, como el "lavado de sangre". Así lo destapa una investigación realizada por la revista médica 'The BMJ' y la cadena de televisión británica 'ITV News' publicada este martes.

Los pacientes viajan a clínicas privadas de Chipre, Alemania y Suiza para someterse a aféresis -un tratamiento de filtrado de la sangre que se utiliza normalmente para pacientes con trastornos lipídicos que no han respondido a los fármacos- y a una terapia anticoagulante. Pero los expertos dudan de que estas terapias invasivas deban ofrecerse sin pruebas suficientes y más cuando además tienen un coste muy elevado.

Para conocer más a fondo cómo trabajan con estos tratamientos no probados, 'ITV News' junto a 'The BMJ' visitaron una clínica privada en Chipre, donde pudieron hablar con su cofundador, Marcus Klotz, y con varios pacientes. Una de ellas es Gitte Boumeester, una psiquiatra en prácticas de Almelo (Países Bajos) que, tras contraer el virus, desarrolló graves síntomas de COVID persistente. Se vio obligada a dejar su trabajo en noviembre de 2021, tras dos intentos fallidos de volver a trabajar.

Un tratamiento para personas desesperadas

Boumeester se enteró del tratamiento de "lavado de sangre" a través de un grupo de Facebook para pacientes de COVID persistente. Después de visitar el Centro de COVID Persistente en Chipre para recibir el tratamiento, con un coste de más de 50.000 euros, regresó a casa sin mejorar sus síntomas.

En total, recibió seis rondas de aféresis. Este tratamiento consiste en introducir agujas en cada brazo y pasar la sangre por un filtro, separando los glóbulos rojos del plasma. El plasma se filtra antes de recombinarse con los glóbulos rojos y devolverse al cuerpo por otra vena.

También recibió nueve rondas de oxigenoterapia hiperbárica y un goteo de vitaminas por vía intravenosa en la clínica privada Poseidonia, contigua al Centro. A Boumeester se le pidió que firmara un formulario de consentimiento en el Centro de COVID Persistente antes de someterse a la aféresis, que los abogados y los médicos calificaron de inadecuado.

Además, se le aconsejó que comprara hidroxicloroquina como paquete de tratamiento en caso de que se reinfectara con COVID-19, a pesar de que hay estudios que concluyen que es "poco probable" que ese medicamento tenga un beneficio en la prevención de la enfermedad.

Por su parte, Marcus Klotz, cofundador del citado centro, ha explicado en 'The BMJ' que su clínica, "no hace publicidad ni promoción. Aceptamos a los pacientes que tienen problemas de microcirculación y quieren ser tratados con aféresis. Si un paciente necesita una prescripción, es evaluado individualmente por nuestro médico o el paciente es derivado a otros médicos especializados cuando es necesario", asegura.

Expertos en contra de estas prácticas

Sin embargo, a algunos médicos e investigadores les preocupa que los pacientes desesperados estén gastando sumas que les cambian la vida en tratamientos invasivos y no probados.

Así lo expresa Shamil Haroon, profesor clínico de atención primaria en la Universidad de Birmingham e investigador del ensayo 'Therapies for Long Covid in Non-hospitalised patients' (TLC), quien cree que este tratamiento "experimental" sólo debería realizarse en el contexto de un ensayo clínico.

"No es de extrañar que personas que antes eran muy funcionales y que ahora están debilitadas, no pueden trabajar y no pueden mantenerse económicamente, busquen tratamientos en otros lugares. Es una respuesta completamente racional a una situación como ésta. Pero la gente podría arruinarse al acceder a estos tratamientos, cuya eficacia es limitada o nula".

También Robert Ariens, catedrático de biología vascular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Leeds, cree que las clínicas que ofrecen aféresis y terapia anticoagulante están proporcionando prematuramente un tratamiento basado en una hipótesis que necesita más investigación científica.

"Si no conocemos los mecanismos por los que se forman los microcoágulos y si son o no causantes de la enfermedad, parece prematuro diseñar un tratamiento para eliminar los microcoágulos, ya que tanto la aféresis como la triple anticoagulación no están exentas de riesgos, siendo el más evidente la hemorragia", razona.

El COVID persistente, sin un tratamiento oficial

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calculado que entre el 10% y el 20% de los pacientes padecen síntomas durante al menos dos meses después de una infección aguda por COVID 19. Según los últimos datos oficiales, a fecha de 1 de mayo, había casi dos millones de personas sólo en el Reino Unido que declaraban tener síntomas de COVID persistente, que pueden incluir fatiga, debilidad muscular, dificultades para respirar y dormir, problemas de memoria, ansiedad o depresión, dolores en el pecho y pérdida de olfato o gusto.

Y a pesar de que son muchas las personas que sufren este problema, todavía no existe una vía de tratamiento acordada internacionalmente para esta enfermedad.