El ictus es un accidente cerebrovascular en el que cada minuto cuenta: desde que aparecen sus síntomas hasta que se trata. Cuanto antes se trate, mayor probabilidades de supervivencia y de tener después menos secuelas. Datos de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM), indican que para el año 2025, 1.200.000 españoles habrán sobrevivido a un ictus, de los cuales más de 500.000 tendrán alguna discapacidad.
Es por ello, que la rehabilitación inmediata es fundamental para prevenir o revertir las consecuencias físicas, así como conocer los síntomas del ictus para poder enseguida, llamar al 112. Algunos de los síntomas más comunes son: dejar de hablar o dejar de hablar con coherencia; dejar de mover un brazo o una pierna; tener alguna deformidad facial producida por una parálisis facial, mareos y desequilibrios o un fuerte dolor de cabeza repentino.
Por su lado, y en cuanto a los factores de riesgo, algunos de los que se han descrito son: diabetes; tabaquismo, sedentarismo, obesidad... Y ahora una nueva investigación realizada por la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y presentada en la décima Conferencia de la Organización Europea de Accidentes Cerebrovasculares (ESOC) 2024, ha señalado un nuevo factor social: ha revelado que las personas con altos ingresos tienen un riesgo un 32% menor de mortalidad posterior a un accidente cerebrovascular.
Además, las personas con educación superior tienen un 26% menos de riesgo de muerte después de un accidente cerebrovascular, lo que pone de relieve sorprendentes disparidades en la supervivencia al accidente cerebrovascular basadas en determinantes sociales clave de la salud (SDoH, por sus siglas en inglés).
Se analizaron los datos de más de 6.900 personas con ictus
El estudio basado en registros analizó datos de 6.901 pacientes con accidente cerebrovascular en Gotemburgo, Suecia, entre noviembre de 2014 y diciembre de 2019 para examinar el impacto de los factores SDoH en el riesgo de mortalidad posterior al accidente cerebrovascular. El estudio se centró en cuatro factores SDoH: zona de residencia, país de nacimiento, educación e ingresos.
Además de identificar una conexión significativa entre los ingresos, el nivel educativo y el riesgo de mortalidad posterior a un accidente cerebrovascular, el estudio descubrió una tendencia preocupante con respecto al impacto acumulativo de los factores SDoH. Los pacientes con un factor SDoH desfavorable enfrentaron un riesgo de mortalidad un 18% mayor en comparación con los pacientes sin ningún factor SDoH desfavorable. Este riesgo aumentó al 24% para los pacientes con dos a cuatro factores SDoH.
"Nuestros hallazgos subrayan una cruda realidad: el estatus socioeconómico de un individuo puede ser una cuestión de vida o muerte en el contexto de un accidente cerebrovascular, especialmente cuando enfrentado a múltiples factores SDoH desfavorables", señala Katharina Stibrant Sunnerhagen, autora principal y profesora de la Universidad de Gotemburgo, Neurociencia Clínica, Gotemburgo, Suecia.
Si bien nuestro estudio se realizó en Gotemburgo -añade la experta- "creemos que estos conocimientos resuenan en toda Europa, donde existen estructuras sanitarias y niveles de vulnerabilidad social similares, lo que pone de relieve un problema generalizado en todo el continente".
Otros riesgos como la diabetes, inactividad física...
El estudio también encontró un vínculo entre un mayor riesgo de mortalidad y factores de riesgo adicionales como la inactividad física, la diabetes, el abuso de alcohol y la fibrilación auricular. En particular, surgieron ideas sobre las disparidades de género y el impacto potencial de los factores de riesgo al examinar las características de los pacientes dentro de la cohorte del estudio.
La proporción de pacientes mujeres aumentó con el número de factores SDoH desfavorables. El 41% del grupo sin factores SDoH desfavorables eran mujeres, mientras que el 59% del grupo con dos a cuatro factores SDoH desfavorables eran mujeres. Además, el tabaquismo, ya sea actual o en el último año, fue más prevalente en el grupo con dos a cuatro factores SDoH desfavorables en comparación con aquellos sin ninguno (19% versus 12%).
Al comentar sobre las acciones necesarias para reducir la futura carga de accidentes cerebrovasculares, el profesor Stibrant Sunnerhagen explica que "dado que se prevé que el número de personas afectadas por accidentes cerebrovasculares en Europa aumentará un 27% entre 2017 y 2047, la necesidad de intervenciones efectivas es más apremiante que nunca. A la luz de los hallazgos de este estudio, las estrategias específicas son esenciales".
"Los formuladores de políticas, por ejemplo, deben adaptar la legislación y los enfoques para tener en cuenta las circunstancias y necesidades específicas de diversas comunidades, mientras que los médicos deben considerar identificar a los pacientes con factores SDoH desfavorables para prevenir la mortalidad posterior a un accidente cerebrovascular", señalan.
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"Al abordar estas disparidades, no sólo apoyaremos los principios de equidad en salud, sino que también tendremos el potencial de mejorar significativamente los resultados de salud pública", concluyen los investigadores.