¿Cuántas veces hemos dicho que después de la comida de Navidad no cenábamos o tomaríamos sólo un yogur? ¿Merece la pena saltarse comidas para compensar los excesos que hacemos durante todas las Navidades? La respuestas parece clara. Y es que saltarse comidas puede volverse en nuestra contra.

"Algunos errores muy comunes que solemos encontrarnos durante estas fechas, que además están muy de moda, son por ejemplo, hacer dietas detox (nuestro hígado ya sabe detoxificar solo) o saltarse comidas, bien para compensar ingestas o para reducir el consumo de calorías totales", explican a la Sexta Laura Villanueva González y Sandra Ruiz Maymó, dietistas-nutricionistas del centro de Alimentación 3S.

El saltarse comidas durante las fiestas puede ser un verdadero error. "Este comportamiento es una conducta de riesgo que sólo refuerza una mala relación con la comida: si nos saltamos comidas para 'compensar', en las siguientes ingestas, seguramente, llegaremos con mucha más ansiedad y por tanto, podremos comer más, y además, de forma menos consciente", señalan. Así, llegamos por ejemplo al desayuno con mucha más hambre (si no hemos cenado) y comeremos mucha más cantidad de la que tomamos normalmente.

Es importante, aconsejan ambas especialistas, "comer siempre en función del hambre que tengamos. Es decir, no deberíamos autoimponernos comer menos por la comida copiosa que hemos hecho si realmente tenemos hambre".

Alimentos aconsejados entre 'comilonas'

Antes de nada, es importante que cuando hacemos esas comidas o cenas especiales por Navidad, las disfrutemos. "No pretendamos hacer nada especial, simplemente elige la comida que te apetezca, disfruta de la compañía, saborea los alimentos y come de forma consciente", aconsejan las expertas.

Por otro lado, debemos señalar que "las comidas o cenas copiosas de estas fiestas de Navidad son más altas en sal, grasas y azúcares y pueden provocar en nuestro organismo un estado de inflamación, digestiones pesadas, hinchazón, estreñimiento, retención de líquidos... Por ello, es importante restaurar el equilibrio en nuestro cuerpo", explican Villanueva y Ruiz. Pero sin necesidad de contar calorías. Lo importante es la calidad y cantidad de los alimentos que tomamos.

Así, conviene que en la cena, después de una comida copiosa o durante el resto de días que no sean festivos, mantengamos nuestra dieta habitual de siempre, una dieta saludable y equilibrada y que incluyamos en ella, de forma más consciente, algunos alimentos que nos pueden ayudar a mejorar estos síntomas que puede provocarnos las comidas copiosas. Siempre teniendo en cuenta las características individuales.

Algunos alimentos como caldos de verduras o de pollo, patata cocida, proteínas de fácil digestión, infusiones, lácteos naturales o frutas enteras pueden ayudarnos a mejorar los síntomas que provocan las comidas copiosas (inflamación, hinchazón, estreñimiento, etc.

Laura Villanueva y Sandra Ruiz, nutricionistas

Estos alimentos o platos que podrían ayudarnos a mejorar esos síntomas y a mantener un equilibrio, serían los siguientes. Tal como enumeran las nutricionistas: caldos de verduras o de pollo, patata cocida, proteínas de fácil digestión como los pescados blancos, el pollo del caldo o el huevo, cremas de verduras o cocinadas, infusiones como manzanilla o hinojo, piezas de fruta o lácteos naturales.

Por ejemplo, podemos hacer platos ligeros pero nutritivos como: revuelto de huevos con verduras, pollo con salsa de yogur casera, crema de calabaza con huevo duro, pescado al horno con zanahoria, puerro y cebolla o un bol de yogur y fruta. Y "reducir de nuestra alimentación durante estos días entre festivo y festivo, todos los alimentos ultraprocesados, las legumbres, carnes grasas, zumos de frutas y cereales refinados", aconsejan ambas expertas.

Por último, existen también otros factores importantes que nos ayudarían durante estos días de exceso de comidas. Según aconsejan Villanueva y Ruiz, es importante mantener un buen descanso, recuperar horas de sueño, aumentar nuestra hidratación debido al aumento en la ingesta de sal; evitar el sedentarismo absoluto estando en movimiento y activos (sin necesidad de mantener la pauta habitual de entrenamiento y de ejercicio que llevemos habitualmente); y por último (y no menos importante) dedicar tiempo a nuestro autocuidado.