El informe elaborado por una agencia de detectives tras semanas de vigilancia en Chiloeches confirma que la empresa se dedicaba presuntamente a camuflar entre escombros residuos tóxicos provenientes de la industria química y farmacéutica. Lo hacían, según la investigación, en la parte trasera de la empresa.

"En una bañera de camión, lo que hacían, la parte inferior, quizás la mitad o tres cuartas partes la rellenaban con esta mezcla de residuos peligrosos y en la parte superior ponían residuos de demolición. Ponían escombros", según explica Luis Palomino, de la Asociación de Empresas Gestoras de Residuos Tóxicos.

Ordenaron esta investigación porque sospechaban que la empresa podría estar llevando a cabo esta actividad ilegal. Según el informe que entregaron al Seprona toda esta mezcla de residuos tóxicos e inocuos iban a parar a vertederos de demolición, es decir, vertederos que ni tienen medidas de seguridad ni separan los líquidos de los sólidos.

"Eso hace que al final, este llegando esa contaminación a los acuíferos, con los que regamos nuestros campos de cultivo o con los que bebemos directamente. Es algo tremendamente irresponsable", afirma Paco Segura, de Ecologistas en Acción.

De esta forma el gestor se ahorra mucho dinero, evitando las plantas de residuos tóxicos y todos sus controles. Por eso, al detectar que se estaba cometiendo un presunto delito medioambiental tanto la empresa de detectives como la patronal alertaron al Seprona. Cuatro meses después clausuraron la planta.