En público, Puigdemont repitió varias veces la idea de que "el Estado español se preparaba para una nueva oleada de violencia", sin llegar nunca a ser tan explícito. Pero este martes se ha sabido que fue rotundo con los diputados de Junts pel Sí a los que reunió.

Según 'Nació Digital', les informó que disolvería el Parlament y convocaría elecciones ante la amenaza del Estado de que "vendrían tanques y sangre": "No estoy dispuesto a ser el presidente que lleva muertos y sangre a las calles".

Unos comicios que, a pesar de sus palabras, acabó cambiando por la declaración de independencia ante lo que llamó "falta de garantías". "Sí nos habló del Estado de excepción con todo lo que esto podría haber comportado", asegura Jordi Xuclà.

El Gobierno insiste en acusarlos de mentir, como asegura el ministro Zoido: "Una actitud en una huida hacia adelante que no tiene sentido. Están mintiendo". No es el único que en las últimas horas ha cuestionado esta versión, que empezó lanzando Marta Rovira: "Nos decían eso, que habría sangre y que teníamos que parar".

Varios de los mediadores entre Generalitat y Gobierno han negado las amenazas, el último ha sido el lehendakari Urkullu, pero también el cardenal arzobispo de Barcelona, que llegó a emitir un comunicado, o el defensor del pueblo catalán.

Rafael Ribó sí reconoce que alertó de que podría haber una "reacción contundente" del Estado, pero sin hablar nunca de armas de fuego.