ÁVILA

Toros de Guisando: la historia de las esculturas que dieron nombre al Tratado castellano

Viajamos hasta la provincia de Ávila para conocer la historia de los conocidos como Toros de Guisando. ¡Te sorprenderá!

Toros de Guisando

Toros de GuisandoImagen de Ecemaml en Wikipedia, licencia: CC BY-SA 3.0

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Es el momento más que perfecto para poner rumbo a la provincia de Ávila, concretamente hasta el cerro de Guisando, situado en el término municipal de El Tiemblo. En ese mismo punto encontramos un conjunto escultórico vetón, conocido como los Toros de Guisando. Hay quien dice que datan de la Edad de Hierro, concretamente entre los siglos IV y III a.C. pero, lo cierto, es que no se sabe con exactitud por falta de contexto de carácter arqueológico.

Los Toros de Guisando son nada más y nada menos que cuatro esculturas pero, hasta 1548, eran cinco. Están elaboradas en granito y representan a unos toros o verracos, que presentan una longitud entre 264 y 277 centímetros, así como 129 y 145 centímetros de altura. Están ubicados, a su vez, costado contra costado, formando una línea perfecta. Están todas, de hecho, mirando hacia el oeste, a la loma del cerro que les otorgó su nombre, el de Guisando. Como curiosidad, en dos de estos toros se aprecian ciertas inscripciones en latín.

Toros de Guisando
Toros de Guisando | Imagen de Benjamín Núñez González en Wikipedia, licencia: CC BY-SA 4.0

Como suele ocurrir con este tipo de esculturas, a lo largo de los siglos han dado lugar a un gran número de interpretaciones. Dada la importancia de la ganadería en los pueblos vetones, puede que estemos ante unas esculturas cuyo objetivo era buscar protección para este sector. Pero no es la única teoría que existe al respecto: podrían tratarse de esculturas con fines funerarios o religiosos.

Debemos tener en cuenta que estamos ante una de las manifestaciones artísticas prerromanas más espectaculares que encontramos en España. Para conocer esta otra teoría, debemos viajar hasta la Edad de Hierro. Por aquel entonces, los vetones estaban asentados en Badajoz, Cáceres, Salamanca y, cómo no, también en Ávila.

Toros de Guisando
Toros de Guisando | Imagen de Benjamín Núñez González en Wikipedia, licencia: CC BY-SA 4.0

Si algo caracterizaba a esta población es que se asentaba en zonas donde abundase el agua y el pasto para poder dar de comer a sus rebaños. Lo que era vital para ellos, para su subsistencia, era el ganado, puesto que se aseguraban leche, carne e incluso cuero. De ahí que surgieran esculturas de verracos, como el que encontramos en el Puente Romano de Salamanca.

Pero si hay algo por lo que serán recordadas estas esculturas es por un hecho histórico que se produjo en la Edad Media. Estamos hablando, cómo no, del Pacto de los Toros de Guisando. Este paraje fue el que dio nombre al Tratado que firmaron el Rey Enrique IV de Castilla y su hermana Isabel (futura Isabel I de Castilla, apodada como “La Católica”) por el que se reconocía a la hermana del Rey como Princesa de Asturias y, por tanto, heredera al trono de Castilla, en lugar de Juana “La Beltraneja”.

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