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España

Un hotel para perderse

La Escondida, un espacio sin igual en el corazón del Parque Nacional de Font Roja en Alicante

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Enmascarado por bosques de almendros y olivos encontramos uno de los hoteles boutique más bellos de Europa. Se llama La Escondida y hace honor a su situación. En Penáguila, escasamente a 30 minutos de Alicante, el ex entrenador de fútbol del Barça, Terry Venables y su esposa Yvette compraron hace 15 años un edificio situado en una colina con inigualables vistas al Parque Nacional de Font Roja. Fue un flechazo, un enamoramiento a primera vista. A partir de ese momento fueron adquiriendo las tierras que lo circundaban antes de embarcarse en la remodelación de la casa principal, construida en 1881 como pabellón de caza. Desde el primer instante, el interés se centró en preservar y potenciar los elementos originales de la casona, especialmente las vigas de roble, sus azulejos pintados a mano e incluso los aperos de labranza. El resultado no ha defraudado. Un coqueto hotel a los pies del pinar con 10 habitaciones y 2 suites, donde la madera es el elemento predominante dentro de una elegante decoración en estilo rústico contemporáneo. La unión de todos estos elementos ha conseguido crear un espacio agradable y acogedor. Un lugar mágico para poder desconectar de nuestra ajetreada vida. Como dicen sus dueños “los únicos sonidos que oirán tras una noche de sueño reparador serán las campanas y cencerros de los rebaños de cabras en la distancia”. A esta paz también contribuye su spa con una amplia oferta de masajes, peelings y exfoliaciones llevadas a cabo por profesionales manos de terapeutas especializados. Los amantes de las actividades al aire libre también tienen donde elegir: pasear por las 200 hectáreas de la finca, montar a caballo o ir de picnic; también acercarse a alguna cala escondida de la Costa Blanca o si se busca algo más sofisticado, nada como sobrevolar la zona en globo. Si lo que queremos es empaparnos de cultura, es necesario recordar que en la zona fue muy importante la ocupación morisca, y testigo de ello es la fortaleza de Guadalest. Y para rematar la jugada, una esmerada gastronomía basada en la sencillez de sus platos, pero no por ello menos sibaritas. Una cocina, en la que predominan las verduras y frutas de su propia huerta, y con la podremos deleitarnos en su restaurante y de paso admirar sus impresionantes vistas sobre el valle. No extraña que Conde Nast Traveler lo haya incluido entre los mejores 73 nuevos hoteles del mundo.

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