España
Descansar en los campos de té de Malaui
El Huntingdon House permite descubrir el mundo de las plantaciones de té de uno de los países más desconocidos de Ýfrica.
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Las lluvias del monzón del Ýndico han permitido que la región sur de Malaui goce de una riqueza agrícola impresionante. Las faldas de montes como el Mulanje (3.002 metros sobre el nivel del mar) o el Mwinje (1.458 m.), en el Altiplano de Zomba, se llenan de grandes latifundios en los que crecen cultivos de calidad, especialmente los de café y té. Hoy viajamos a las plantaciones de té del sur del país, concretamente a las de la pequeña localidad de Thyolo, en las faldas del Mulanje y rodeado de reservas y parques naturales como el Majete o el Lengwe. Aquí se encuentra una antigua hacienda colonial que se ha reconvertido en hotel de lujo y que permite descubrir el mundo del té africano desde una perspectiva de evasión y hedonismo. Es la Huntingdon House, una hacienda fundada en 1923 y que pertenece a la Satemwa Tea Estate, la firma productora de té de Malaui más importante, creada en 1874. Al frente de este hotel se encuentra la familia Cathcart Kay, que lo gestiona junto a los bungalows Chawani. El resultado, un hotel colonial de grandes habitaciones en las que es imposible no fijarse en las camas gigantes con dosel, los muebles de época creados en madera, la decoración con grandes jarrones llenos de flores todo el día y los suelos con alfombras de tejidos locales. Es como viajar al mundo de los antiguos viajeros de aventuras por Ýfrica. Con solo cinco habitaciones (desde 170 €), los huéspedes del Huntingdon House pueden disfrutar de ricas experiencias gastronómicas con la altiplanicie sudafricana de fondo, rodeados de baobabs y con la posibilidad de probar el té cuyo cultivo han visto crecer a un centenar de metros. Es por ello que no faltan invitaciones a catas de té, paseos en bicicleta, rutas por los cafetales, senderismo por las lomas, avistamiento de aves... e incluso jugar al croquet. Unas vacaciones diferentes que tendrán como marco un paisaje digno de fotografías para enmarcar: el macizo del Mulanje. Así es imposible no sentirse todo un aventurero.
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