Europa
Senderismo por el valle glaciar de los Pirineos
El Valle del Madriu-Perafita-Claror es, en verano, un rincón único para relajarse en plena Naturaleza de montaña.
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Su gran valor paisajístico le ha permitido ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es el sello que le faltaba a uno de esos rincones de belleza inigualable y que no ha sido apenas modificado por el hombre: en plenos Pirineos, el valle del Madriu-Perafita-Claror, en Andorra. Con una extensión de terreno que equivale a una décima parte del Principado, se trata de un valle de origen glaciar y un desnivel que llega a alcanzar los 1.850 metros, por lo que sus senderos son auténticas pruebas para los amantes de caminar por montañas en verano. Aunque merece la pena si añadimos que es posible conocer lagos de agua de gran pureza, así como los tres ríos que dan nombre a las tres cuencas del valle. Algunos caminos, empedrados, son el legado de cuando hace seis siglos se utilizaban para el transporte de madera del bosque hacia los pueblos de montaña y casas solitarias de la región. En ellas, establos y una actividad ganadera que en muchos casos se ha mantenido intacta, especialmente en equinos y vacuno. Hay rutas para todos los gustos. Una de las que goza de mayor fama es la que visita las ruinas de la Farga, el pasado siderúrgico de la zona del siglo XVIII. Donde hoy hay excursionistas, antes hubo pastores y obreros industriales. Otra es la que transcurre desde Escaldes-Engordany hasta la confluencia de los ríos Madriu y sus afluentes, una excursión sencilla de no más de 90 minutos. Desde allí, además, se puede acceder al valle principal. No está permitido acampar en el valle sin permiso, pero para aquellos que quieran realizar rutas largas o de alta montaña y necesiten pernoctar en la zona hay disponibles cinco refugios no guardados. Todos son mantenidos semanalmente por el Gobierno de Andorra, que garantiza su buen estado. Destaca el de Fontverd, junto a una fuente y dos antiguas cabañas de pastores. Muflones, rebecos, marmotas, buhos, ardillas, gallos salvajes, perdices blancas... la riqueza de fauna es única en el valle, rico en zonas de escalada y vías ferratas como la Roc d'Esquers, con un desnivel de 250 metros y cuyo recorrido supera las dos horas. Mientras, paisajes impresionantes, aire puro y la certeza de que los Pirineos no tienen por qué ser solo un destino de invierno.
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