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Europa

Kotor, el fiordo más al sur de Europa

Este rincón de la costa de Montenegro es de los más bellos de Europa, rodeado de grandes montañas.

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La primera sensación, si hubiéramos cerrado los ojos durante todo el viaje y los abriéramos allí mismo es que nos encontramos en Noruega. Pero en una muy especial, con altas temperaturas, alrededor de 30 ºC en julio y agosto. Pero no nos encontramos en Escandinavia en plena ola de calor, sino mucho más al sur, en el Adriático. La costa de Montenegro acoge el que es el fiordo más al sur de Europa: el de Kotor, que forma una pequeña bahía en el interior de las montañas cuyo resultado, más que de postal, es el de uno de los rincones más bellos del planeta. El mejor modo para llegar es hacerlo desde Dubrovnik, cogiendo un coche que nos dejará allí en menos de dos horas. Merecerá la pena el viaje y el paso por la aduana, nos espera un lugar de ensueño. Con la arquitectura propia de las ciudades del Adriático, de estilo veneciano y con muchos edificios de piedra, el pueblo de Kotor parece anclado en el tiempo, con su iglesia con el gran reloj en la fachada y los edificios municipales con sus grandes banderas. Pero es su costa la que nos ha atraído. El fiordo cuenta con pequeñas islas en las que, como ocurría en la laguna de Venecia, se han edificado pequeños monasterios y casas. Del mismo modo, al ser completamente navegable, se ha convertido en el mejor lugar para realizar deportes acuáticos o, simplemente, dar una vuelta en barco. Las orillas están llenas de zonas de recreo y pantanales preparados para que nos podamos dar un chapuzón en cualquier momento, zambulléndonos directamente en las aguas, no demasiado frías comparadas con las de Dubrovnik. La ausencia de arenales y playas está más que solventada con un sinfín de zonas de baño y pequeños puertos de alquiler de lanchas, motos acuáticas... Además, al ser una zona cuajada de pequeños pueblos, todas las excursiones, desde las que suben a las grandes montañas como las que recorren la costa del fiordo, tienen como colofón una rica comida casera en sus posadas tradicionales. Aunque hay un aeropuerto cercano, éste no cuenta apenas con vuelos internacionales, siendo más operado por enlaces internos o con Belgrado. Los habitantes de la antigua Yugoslavia siguen siendo los visitantes mayoritarios, de ahí que nacionalidades como la española siga siendo exótica en este lugar. Es complicado llegar, pero pasar una semana aquí, merece la pena.

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