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El hotel preferido de Fellini

El Grand Hotel Rimini, un lujoso alojamiento en la ciudad natal del director, Rimini

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Si tuviéramos que resumir el espíritu de la dolce vita en tan solo un párrafo, probablemente las frases que lo formasen llevarían incluidas algunas palabras como placer, frivolidad, lujo, belleza, excesos, fama, pasión y entre ellas habría una mención al mítico Fellini y, cómo no, a su película La dolce vita (1960). Federico Fellini, un genio detrás de la cámara y también sin ella cerca, es sin duda uno de los directores de cine más importantes no solo de Italia sino también de la historia del séptimo arte en su conjunto. Pero como cualquier persona, también tuvo una infancia en la que se rodeó de familiares, amigos y lugares que quedaron siempre en su memoria y gracias a algunas de sus películas, también en el imaginario colectivo de sus espectadores. Uno de estos lugares especiales para el director fue sin duda alguna el clásico Grand Hotel Rimini. Un alojamiento que abrió sus puertas en el año 1908 y que más de un siglo después sigue funcionando y sorprendiendo a sus huéspedes con su correcto servicio, sus elegantes instalaciones y su historia tan atractiva como icónica. Fue construido de cara al mar Adriático y es uno de los hoteles más prestigiosos de esta costa desde su inauguración. Las vistas que se pueden observar al abrir cualquiera de sus habitaciones quitan el aliento, lo que convierte las vacaciones de sus clientes en una estancia exclusiva y repleta de glamour. A día de hoy es el único hotel de cinco estrellas de la ciudad de Rimini y a pesar de que fue dañado durante la guerra y también afectado por un importante incendio, el hotel fue reconstruido sin perder ni una pizca siquiera de su inconfundible lujo. Las habitaciones, que a simple vista pueden parecer un poco austeras, están decoradas con joyas como antigüedades venecianas y otras muchas traídas desde Francia siglos atrás. De hecho, aún se conserva el suelo de madera original del hotel y también algunas pinturas y candelabros que se pueden ver en varias estancias. Una de las películas en las que Fellini retrató con su cámara el Grand Hotel Rimini fue Amarcord, una película que resulta un evocador viaje a la propia infancia del director, nacido en Rimini. De hecho, el mismo Fellini solía alojarse en el hotel, pidiendo siempre una determinada habitación, su habitación, que hoy los huéspedes más cinéfilos solicitan para sus estancias. Tiene playa privada, 168 habitaciones con todas las comodidades imaginables y un restaurante en el que uno puede deleitarse con la mejor cocina mediterránea y que se llama La Dolce Vita. También cuenta con una piscina y un spa para aquellos que quieran relajarse con vistas al mar y olvidarse del reloj y de cualquier momento que no sea ese mismo instante. El Grand Hotel Rimini fue por muchos motivos el hotel de ensueño de Fellini y hoy es el de otros muchos huéspedes que repiten año tras año su estancia en este establecimiento.

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