El nuevo Galaxy Note 7 llega con escáner de iris

El nuevo Galaxy Note 7 que acaba de presentar Samsung es posiblemente el mejor smartphone que ha creado la compañía surcoreana en su historia.

Para empezar, viene con pantalla de 5.7 pulgadas y resolución QHD (2560 x 1440), con la icónica tecnología Super AMOLED de la marca. Para acompañar, Gorilla Glass 5 para hacerla más resistente, y bordes curvos. Samsung adaptó las curvas en sus televisores y monitores, y empieza a ser una constante que también lo haga en teléfonos. No obstante, la curvatura del Note 7 es menos pronunciada que la del S7 Edge.

Más sobre la pantalla: es capaz de reproducir vídeo HDR, una tendencia poco ruidosa pero muy acertada que está llegando a los televisores y poco a poco a todos los dispositivos.

También llegan novedades en el stylus, el S Pen, que ahora tiene un poco más de estilo (valga la redundancia), ya que llega en el mismo color que el terminal. Como la pantalla del Note 7 incluye la tecnología 'always on' que estrenaron los Galaxy S7, es posible hacer garabatos y tomar notas incluso con la pantalla bloqueada. Lo que sí es nuevo es que permitirá capturar hasta quince segundos de la pantalla como vídeo o GIF.

Aunque la gran novedad es que incorpora un escáner de iris, ya visto anteriormente en otros smartphones pero jamás popularizado ni incluido en un terminal de este nivel. De momento, en el Note 7 sirve para desbloquear el terminal, conviviendo con el lector de huellas, porque... ¿y si tenemos las manos mojadas, o sucias, o llevamos guantes? Ahí es donde entra el escáner de iris: desbloqueo biométrico con sólo mirar el smartphone.

Otro gran punto del Note 7 es su batería, que crece hasta los 3.500 mAh. Esto, unido a la carga rápida e inalámbrica, hace que el punto de la autonomía no tenga “pero” alguno. Plus: llega con conector USB-C, así que adiós al microUSB.

Complementando esto, el dispositivo calza un procesador Exynos 8890, fabricación propia de Samsung, y una de sus claves es su bajo consumo energético.

Otra novedad interesante es que viene con 64 GB como única opción de almacenamiento, además de ranura microSD para ampliar hasta 256 GB extras. Esos 64 GB de base aprietan la cuerda contra Apple, que dentro de un mes desvelará si su nuevo iPhone subirá por fin los 16 GB de los que parten los actuales, una decisión empresarial brillante que perjudica al consumidor.

La cámara, por su parte, no tiene mucho misterio: el sensor es el mismo que el que tan buenos resultados dejó en los S7: 12 megapíxeles con tecnología dual-pixel para imágenes más luminosas.

¿Hacen falta más argumentos? Los hay: por si fuera poco el terminal es resistente al agua gracias a su certificación IP68. Hasta es posible usar el S Pen para escribir sobre la pantalla mojada. Lo dicho, toda una bestia... también acuática.