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ANALIZAMOS EL TELÉFONO CURVO DE LG

LG G Flex: atención, que vienen curvas

El LG G Flex es el teléfono curvado. Para bien o para mal, esta característica define al dispositivo y repercute en su aspecto, características y, cómo no, precio ¿Merece la pena esta curvatura o hay que renunciar a demasiadas cosas por ella?

LG G Flex, el teléfono curvado de la marca coreana

LG G Flex, el teléfono curvado de la marca coreana TecnoXplora

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Desde hace un tiempo, LG ha comenzado a hacerlo muy bien en el sector de la telefonía móvil. Sus dispositivos no se llevan tantos titulares como los colosos de la industria (HTC One M8Galaxy S5iPhone 5s, actualmente), pero no tienen nada que envidiarles. Y eso por no hablar del Nexus 5, que también está fabricado por los coreanos, aunque bajo la atenta mirada de Google. Tal vez por eso han decidido que era hora de experimentar.

El LG G Flex es un teléfono curvado, como sabe casi todo el mundo, pero eso no es todo. También es un terminal enorme, con una pantalla de 6 pulgadas (afortunadamente, no tiene mucho marco). Entre las curvas y el tamaño, el G Flex parece el Despeñaperros de la industria.

Todo esto hace que sea un teléfono (en realidad está más cerca de ser un 'phablet') que llame la atención. Lo normal es que esta característica sea positiva, pero en su caso puede jugarle una mala pasada, pues la curiosidad suele causar la pregunta fatídica: ¿sirve de algo la pantalla curvada?

La respuesta oficial, que es la que daría un directivo de LG, es que sí. La peculiar forma del teléfono acerca el micrófono a la boca y hace que se nos escuche mejor. Además, cuando se ve un vídeo en el móvil, la experiencia es mucho más inmersiva. Pero si el usuario no trabaja para la compañía, la respuesta será más breve: no, no sirve de nada.

De hecho, la curvatura y el tamaño han repercutido en otros aspectos del G Flex. Para empezar, el botón de desbloqueo y el control del volumen no están en la parte superior ni en los laterales, sino en la parte trasera, justo debajo de la cámara. Lo cierto es que una vez que te acostumbras, es sencillo encontrar el botón sin mirar, pero las primeras veces es fácil equivocarse y esto supondrá manchar la lente. El desbloqueo y el bloqueo de la pantalla también se pueden realizar con dos toques sobre esta, una opción práctica, pero, como ocurría con el LG G Pad, muy molesta cuando no funciona como debe.

Por lo tanto, no encontramos ante uno de esos casos de introducir tecnología simplemente porque se puede. En algunos momentos resulta práctico, porque hace algo más accesible la pantalla y en otros molesto, ya que la luz directa produce reflejos que dificultan la visión. Más allá de esto, la experiencia no es muy diferente a la de utilizar un móvil del mismo tamaño. Es más, hasta será más fácil que con algunos de sus rivales, ya que la capa de personalización sobre Android de LG incluye un modo de uso con una mano (claro que tener que incluir esta opción igual es una señal de que 6 pulgadas son demasiadas, pero eso es otra historia).

Esto podría ser una ventaja, ya que al fin y al cabo el diseño es un factor importante a la hora de elegir un teléfono y el LG G Flex no tiene rival en este campo (literalmente, ya que no parece que el Samsung Galaxy Round vaya a llegar a España y, en cualquier caso, su curvatura es horizontal, no vertical). El problema es que introducir esta tecnología no es fácil y esto repercute en el coste del terminal: 799 euros libre.

Algunos operadores tienen el dispositivo en su catálogo, así que hay opciones de financiación disponibles, pero esto también ocurre con otros móviles más asequibles (que no baratos) y con especificaciones similares o superiores. Y no tiene mucho sentido pagar por una curva, cuando el camino más corto siempre es una recta.

De todos modos, hay que romper una lanza a favor del LG G Flex, porque es un gran teléfono. Sus especificaciones (Snapdragon 800 a 2,26 GHz, 2 GB de RAM, 32 GB de almacenamiento, batería de 3.500 mAh, cámara de 13 megapíxeles...) son las de un gama alta y, desde luego, responde como tal. Puede con lo que le eches y, además, tiene aguante; con un uso moderado llegará a los dos días entre cargas sin despeinarse. Es como la protagonista de una canción: tiene curvas y puede moverlas toda la noche.

Si hablamos de resistencia, también hay que hablar del recubrimiento que tiene el terminal, que regenera los pequeños arañazos. Como superpoder, no es de los mejores (está entre saltar relativamente alto a la pata coja y tener una puntería magnífica con una catapulta), pero por el momento es el único teléfono que podría ponerse unas mallas y salvar el mundo. O, al menos, intentarlo.

Entonces, ¿debería LG abandonar esta idea y seguir el mismo camino (recto) que toda la industria? No necesariamente. A diferencia de empresas como HTC o BlackBerry, a LG no le va mal económicamente y tampoco tenía muchas esperanzas puestas en este teléfono. El LG G Flex no será la curva en la que se mató esta empresa y hasta es posible que la experiencia le venga bien en otro sector en el que tiene más sentido: el de los televisores.

En cuanto al G Flex, lo más probable es que baje de precio tarde o temprano y entonces sí podría ser una opción interesante para los usuarios. El partido que le saquen dependerá principalmente de la cantidad de vídeo que vean en el teléfono, el uso que le den y, sobre todo, lo apretados que sean sus pantalones.

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