Así escucharás música en el iPhone 7 con los AirPods: ¿revolución en tus oídos?

Una de las mayores renovaciones está en el sonido. Para empezar, la despedida del jack de 3.5 mm tiene muchas implicaciones, comenzando por la más obvia: ya no nos servirán los auriculares que ya tenemos… directamente, porque Apple incluye en sus nuevos iPhone un adaptador de este conector a Lightning, que es el único que tiene ahora, y al que se conectan los auriculares que vienen integrados en la caja.

Pero aparte de estos EarPods Lightning, Apple también ha estrenado unos nuevos, los AirPods, que mantienen el diseño de los EarPods, pero haciéndolos inalámbricos. Sorpresa sorpresa.

Los AirPods empiezan por su caja, o funda, que permite cargarlos (su autonomía es de unas cinco horas) y es más pequeña que la de los EarPods actuales. También se encarga del proceso de emparejamiento con el iPhone, el Apple Watch, el iPad, etc, así como de ir pasando de uno a otro.

Continúan por su interior: más allá del sonido, están dotados de acelerómetro, micrófono, sensores hápticos (para controlar la reproducción dándoles toques) y un procesador, el W1. Además, utilizan iCloud, la nube de Apple, para sincronizar su configuración entre dispositivos y ordenadores (móvil, reloj, iPad o Mac).

Todo esto justifica, al menos en buena medida, su precio: 179 euros, que no son precisamente baratos pero, viendo lo que ofrece la competencia, tampoco puede decirse que sean caros. Además, puede utilizarse sólo uno de los dos, algo pensado sobre todo para comunicarse con Siri sin tener que sacar el iPhone del bolsillo. Siri, por cierto, puede ser activada con un toque en el propio auricular.

Algo que sí falta ver es la calidad de sonido que ofrecen. La de los EarPods no era para tirar cohetes, y tampoco deberíamos esperar algo mucho mejor de los AirPods, que basan su aumento de precio en la tecnología que despliegan y no en una calidad de audio mayor. La diferencia entre todo lo que traen los AirPods y el conector clásico y simple de los EarPods es grande.