ATRACCIÓN ANCESTRAL

Por qué nos gusta tanto mirar el fuego de las chimeneas

El ser humano se siente atraído irremediablemente por el fuego. Esta es la explicación.

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Cuando bajan las temperaturas y llega el mal tiempo en algunas casas comienzan a funcionar las estufas de leña y las chimeneas. Tras encender el fuego mucha gente se queda embelesada mirando como la llama va consumiendo la madera lentamente, tiene algo casi hipnótico. Lo mismo nos suele ocurrir cuando miramos el mar y tiene una explicación antropológica.

El fuego realmente es una reacción química. Esta se produce cuando entran en contacto un elemento combustible como puede ser la madera, el carbón, la gasolina o algún gas inflamable en contacto con el oxígeno y una fuente de calor. Cuando se produce la combustión, el resultado produce luz, calor y humo.

El embrujo del fuego

Desde que el hombre dominó el fuego, este ha permanecido ligado a prácticamente todas las culturas del mundo, proporcionando calor, alimento e incluso defensa de animales predadores.

En la actualidad, el uso que hacemos del fuego ya es más residual por lo que tiene cierta atracción para nosotros el control de este elemento. Está idea es la que refleja el doctor Daniel M.T. Fessler, antropólogo de la Universidad de California en su estudio 'Un deseo ardiente: pasos hacia una psicología evolutiva del aprendizaje del fuego'.

Nos gusta mirar el fuego porque es un elemento que no hemos dominado completamente de pequeños, como si sucedía en las sociedades más antiguas. Nuestra sociedad actual ya no lo utiliza de forma cotidiana por lo que este aprendizaje se queda incompleto y es por lo que acaba produciéndose esta fascinación.

Este 'embrujo' por parte del fuego vendría por lo tanto de un recuerdo ancestral de nuestra memoria genética.

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