ES MUY COMÚN

Por qué el miedo a la oscuridad es tan común

Tener alguna fobia es de lo más común y, sobre todo, tener miedo a la oscuridad. La ansiedad y la respiración acelerada son los síntomas más habituales, te explicamos por qué existe el miedo a la oscuridad y cómo reacciona el cuerpo.

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Uno de los temores que sueles tener más habitualmente cuando se es pequeño es el temor a la oscuridad. Sin embargo, incluso de mayor ese miedo queda dentro de ti, aunque no sea el protagonista de tus temores. En la mayoría de las ocasiones esta fobia está asociada a la claustrofobia, ya que este miedo irracional a la oscuridad provoca que te sientas encerrado al no poder ver nada.

Esta sensación desagradable de pánico que invade a estas personas no se debe a la ausencia de luz, sino a los peligros que esa persona cree que se esconden en la oscuridad. Debes saber que el miedo no es solo mental, sino que también es fisiológico, por lo que la oscuridad provoca varios efectos en el cuerpo.

Mujer en la oscuridad
Mujer en la oscuridad | Pexels

Por qué tienes miedo a la oscuridad

La amígdala cerebral es un conjunto de neuronas que procesa y almacena las reacciones emocionales, por lo que el miedo está relacionado con esta parte del cuerpo. De hecho, la amígdala en la oscuridad tiene más actividad y menos control de otras regiones cerebrales, lo que potencia el miedo sin poder racionalizarlo. Además, la corteza frontal es una parte del cerebro que funciona con menos intensidad a oscuras, por lo que limita la sensación de pánico.

El miedo a la oscuridad se vincula a la fobia y a lo desconocido. No controlar el entorno puede provocar ansiedad extrema y miedo irracional, por lo que estar a oscuras genera esta sensación incontrolable. Este miedo los lleva a evitar situaciones y lugares oscuros e incluso pueden experimentar malestar con tan solo pensar en ello. Además, está ligado a pesadillas durante las horas de sueño, experiencias traumáticas vividas a lo largo de la vida o por aprendizaje por observación de películas de terror.

De esta forma, todos estos estímulos provocan esa reacción desagradable dentro de la mente y el cuerpo, por lo que el cuerpo para enfrentarse a una posible amenaza aumenta el pulso y la respiración, contrae los vasos sanguíneos y dilata las pupilas. Para evitar esta sensación, se aconseja intentar estar en calma, controlar la respiración y no pensar que alguien va a hacerte daño. Si te pasa con frecuencia es aconsejable que acudas a tu médico para que te recomiende un tratamiento y poder superar esta fobia.

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