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SIN NINGÚN SÍNTOMA

Por qué el SARS-CoV-2 no es la única enfermedad que puede ser fatal o asintomática

Los virus responsables de enfermedades como el SARS, el MERS, la gripe, el ébola, el dengue y la polio también pueden colonizar el cuerpo humano sin generar síntomas en algunas personas.

Muchos virus que infectan a humanos pueden ser asintomáticos

Pixabay Muchos virus que infectan a humanos pueden ser asintomáticos

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¿Por qué hay personas que pasan la covid-19 sin enterarse y otras acaban en el hospital? La explicación sigue siendo uno de los grandes misterios de la pandemia y uno de los temas de muchos estudios científicos que analizan y buscan tratamientos para la enfermedad.

Sin embargo, los casos asintomáticos no son una excepción del SARS-CoV-2. Muchos otros virus, como los causantes de el SARS, el MERS, la gripe, el ébola, el dengue, la mononucleosis y la polio también pueden infectar a individuos sin que estos manifiesten ningún signo.

Antes de que existieran las tecnologías de análisis actuales, no era posible detectar estos patógenos cuando el afectado se encontraba perfectamente. Esa persona ni siquiera iría al médico. Afortunadamente, herramientas modernas como los las pruebas de ADN y ARN, los test de anticuerpos y los modelos matemáticos demuestran que los virus no siempre causan enfermedad, y que la gravedad de los síntomas es muy variable.

De hecho, el objetivo de estas diminutas partículas no es necesariamente acabar con su hospedador. Muchos virus han evolucionado conjuntamente con el hombre durante millones de años y raras veces producen signos. Un ejemplo es el citomegalovirus humano, muy extendido entre la población, que rara vez provoca síntomas porque ha desarrollado la capacidad de evadir al sistema inmune y convive con él en equilibrio en la mayoría de casos.

La estrategia del SARS-CoV-2

Pero la interacción del virus causante de la covid-19 con los humanos es muy reciente. Cuando entra en contacto con el organismo, primero en las mucosas (nariz, boca, etc.), el número de partículas determina la gravedad de la enfermedad. Las células infectadas liberan interferones, un grupo de proteínas que actúan como sistema de alarma y que activan la respuesta inmune del cuerpo.

Sin embargo, el proceso no siempre ocurre así. El SARS-CoV-2 tiene genes que le permiten bloquear a los interferones. Cuando el cuerpo finalmente se da cuenta de que algo va mal, la expansión del virus es tal que el sistema inmune reacciona exageradamente y de manera inespecífica, una posible explicación para lo que ocurre en muchos casos severos de la enfermedad.

Aunque el ébola es muy distinto al virus de la pandemia y tiene una mayor tasa de mortalidad, también se caracteriza por provocar una respuesta inflamatoria exagerada en el cuerpo causada por un retraso en la acción de los interferones. Se han registrado también casos asintomáticos.

Algunas de las diferencias entre personas en la respuesta de los interferones podrían ser genéticas, pero todavía no existen evidencias suficientes. Los cuadros asintomáticos son los más difíciles de estudiar por varios motivos. Estos individuos muchas veces ni siquiera van al médico porque se encuentran bien y si se someten a pruebas, la infección puede haber desaparecido para cuando los resultados están listos.

El sistema inmune de las personas asintomáticas actúan de manera diferente
El sistema inmune de las personas asintomáticas actúan de manera diferente | Pexels

En los estudios de casos asintomáticos de covid-19, se ha observado que su organismo produce un tipo de células del sistema inmune (las llamadas células T) más específicas que los pacientes más graves. Es decir, su cuerpo ejecuta un ataque mucho más coordinado y dirigido al virus, sin producir daños colaterales.

Cada vez son más las investigaciones que apuntan al importante papel que desempeñan las células T en la lucha contra la infección. Los habitantes de ciertas partes del mundo tienen mayor cantidad e infecciones previas con otros coronavirus podrían dejar a las personas mejor equipadas para luchar contra el SARS-CoV-2.

Este tipo de células, claves para combatir los patógenos, disminuyen con la edad, lo que explicaría por qué la covid-19 afecta más gravemente a los ancianos. Esta inmunosenescencia es debida tanto a la edad como a los virus a los que haya tenido que enfrentarse el organismo (también tiene que combatir los asintomáticos).

A medida que el SARS-CoV-2 siga infectando a más personas y durante más tiempo, irá cambiando para evitar al sistema inmune. Pero este también evolucionará. Si bien todavía no sabemos cómo acabará la relación entre ambos, podría pasar como con otros coronavirus que hoy en día solo causan ligeros resfriados.

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