SEGÚN UN NUEVO ESTUDIO

Para envejecer bien, importa más la constancia que la intensidad

Mantenerse físicamente activo de forma constante en la edad adulta se relaciona con un riesgo de muerte hasta un 40% menor.

Dos personas mayores en bicicleta

Dos personas mayores en bicicletaPixabay

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Actualmente, se recomienda que los adultos realicen entre 150 y 300 minutos semanales de actividad física de intensidad moderada, entre 75 y 150 minutos de intensidad vigorosa, o una combinación de ambas.

Sin embargo, si bien estas recomendaciones se basan en la mejor evidencia disponible, la mayoría de ellas recogieron mediciones de actividad física en un solo momento, lo que podría ocultar el impacto potencial de cambiar los patrones de actividad física durante la edad adulta y a lo largo del tiempo.

Con esto en mente, un equipo de científicos, liderados por Gregore Mielke, de la Universidad de Queensland (Australia) quiso determinar si los diferentes patrones de actividad física, así como su impacto acumulativo durante la edad adulta, podrían estar asociados con un menor riesgo de muerte por todas las causas, y específicamente por enfermedades cardiovasculares y cáncer. Los resultados se han publicado en British Journal of Sports Medicine.

El equipo de Mielke analizó las bases de datos de estudios previos en busca de aquellos que hubieran evaluado la actividad física en dos o más momentos, e incluyeron en su revisión 85 estudios publicados en inglés hasta abril de 2024, con tamaños de muestra que oscilaban entre 357 y 6.572.984 participantes.

59 estudios analizaron patrones a largo plazo de actividad física durante la edad adulta; 16 analizaron los beneficios promedio de diferentes niveles de actividad física; y 11 exploraron el posible impacto de la actividad física acumulada en el riesgo de muerte.

Para superar las dificultades planteadas por los diferentes métodos analíticos utilizados en los estudios, el equipo de Mielke realizó análisis separados para cada uno de ellos, algo que les permitió conseguir una homogeneidad en los resultados.

Y estos mostraron que, en general, un mayor nivel de actividad física se asocia con un menor riesgo de todos los resultados incluidos.

De acuerdo con las conclusiones, mantenerse físicamente activo de forma constante en la edad adulta se relaciona con un riesgo entre un 30% y un 40% menor de muerte por cualquier causa en etapas posteriores de la vida.

Los hallazgos llevan a concluir que adoptar un estilo de vida más activo en cualquier momento de la vida adulta puede prolongar la esperanza de vida, y que nunca es tarde para empezar.

Las personas con un estilo de vida activo constante (32 estudios) presentaron un riesgo entre un 30% y un 40% menor de morir por cualquier causa, mientras que quienes aumentaron sus niveles de actividad física (21 estudios) por debajo de los recomendados presentaron un riesgo entre un 20% y un 25% menor de morir por cualquier causa.

En concreto, los participantes que pasaron de ser físicamente inactivos a ser activos tuvieron un 22% menos de probabilidades de morir por cualquier causa que quienes permanecieron inactivos.

En comparación con los participantes que se mantuvieron inactivos a lo largo del tiempo, quienes se mantuvieron activos, en general o solo en su tiempo libre, tuvieron un 40% y un 25% menos de probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares y cáncer, respectivamente.

El volumen promedio de actividad física recomendado es el de entre 150 y 300 minutos semanales de actividad física moderada o entre 75 y 150 minutos de intensidad vigorosa para alcanzar estos resultados.

"Dado que ser activo de forma constante proporciona mayores beneficios para la salud que ser activo previamente (es decir, dejar de mantener la actividad), esto resalta la importancia de la actividad física sostenida a lo largo del tiempo", sostiene el estudio.

Eso sí, los autores reconocen algunas limitaciones en sus hallazgos, incluyendo que la mayoría de los estudios incluidos en los análisis de datos agrupados se basaron en evaluaciones subjetivas de la actividad física, que podrían no ser siempre precisas.

Solo hubo unos pocos estudios que analizaron las cantidades acumuladas de actividad física o las muertes por cáncer.

"Las futuras intervenciones de actividad física podrían no solo estar dirigidas a las personas inactivas, sino también a las personas activas para que mantengan su actividad – concluyen los autores -. En primer lugar, nuestros resultados enfatizaron la importancia de la actividad física a lo largo de la edad adulta, lo que indica que iniciarla en cualquier momento de esta etapa puede proporcionar beneficios para la supervivencia".

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