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IDEALES PARA PALADINES DEL BUEN HABLAR

Ocho apps para amantes del lenguaje

El lenguaje, para una máquina, es como un chicle. Moldeable, medible, apretujable, estirable... Puede jugar con él tanto como quiera y puede desentrañar sus enigmas casi matemáticos tan finamente como intente.

Apps para "comerse el cerebro" con las palabras

Apps para "comerse el cerebro" con las palabras TecnoXplora

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Lo único que hace falta para desarrollar una app para amantes del lenguaje es que una persona junte conocimientos de programación y de lengua, y los mezcle bien en la máquina. O puede ocurrir también que un día cualquiera un profesor de informática empiece a dar clases a lingüistas y, de pronto, descubra que el lenguaje se puede llevar muy lejos pasado por las tripas de un ordenador.

Es lo que sucedió a Eduardo Basterrechea hace unos años. Unió el lenguaje y la informática en sus clases y al final —cuenta— “me convertí yo en un lingüista que utiliza la informática”. Cuando eso ocurrió montó Molino de ideas. Era 2009 y entonces nació la primera “criatura”. Desde entonces no han dejado de salir experimentos, programas, herramientas y apps dedicadas al lenguaje. Algunas son más literarias, otras más analíticas y otras parecen un juego de palabras de los que envician a media humanidad.

Te mostramos algunas de estas “criaturas”.

El insultador. Esta aplicación inventa nuevos insultos. Los lingüistas de Molino de ideas descubrieron que muchos de los vituperios nacen de la unión de un verbo en tercera persona y un sustantivo en plural. Por ejemplo "soplagaitas" o "lameculos".

Los insultos van aumentando de complejidad en una escala del 1 al 4. Pero los autores decidieron no utilizar números y, en su lugar, clasificar su sencillez o dificultad en relación a cuatro escritores, así que las injurias van ascendiendo de nivel en este orden: Unamuno, Galdós, Valle Inclán y Quevedo.

La herramienta tiene como declaración de principios “devolver la originalidad perdida del arte del insulto y acabar con el monopolio de los insultos de siempre”.

Mr. Tuit. Este programa analiza el tipo de sentimiento que se desprende de un mensaje en Twitter. El usuario introduce el mensaje en un huevo, la cáscara se zarandea y el pájaro con corbata aparece diciendo si el tuit es positivo, negativo, neutro o ambiguo.

Onomateca. Es un diccionario que, según Basterrechea, “reúne muchas funciones que creemos que deberían ofrecer los diccionarios”. Esta herramienta ofrece, por supuesto, los significados de una palabra, pero además informa de su fonética, su categoría (sustantivo, adjetivo, verbo...), su familia morfológica, otros términos con los que hace rimas, la frecuencia de uso en el idioma español y otras palabras relacionadas.

El escritor exemplar. Han pasado 401 años desde que se publicaron por primera vez las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes. Molino de ideas, junto al periodista Mario Tascón y Carlos J. Gil Bellosta, decidieron conmemorar la fecha con un programa que, al introducir una palabra, continúa la frase tal y como lo hizo Cervantes cuando escribió esta colección de novelas cortas entre 1590 y 1612.

Así, por ejemplo, al introducir en la caja de búsqueda el término "ruin", aparece "ruin la discreción que mostraba era...". Y si esa frase “con aroma de Cervantes”, como dice Basterrechea, se queda corta o “si el experimento no le convence”, como escriben sus autores en la web de Onomateca, “siempre puede acudir al texto original de Cervantes”.

Refranario. Es una colección de refranes, proverbios y citas en español, inglés y alemán. El programa ofrece información del significado de un dicho, menciona ejemplos, informa de su nivel de uso, de sus variantes, de expresiones parecidas y también incluye fotos.

Don Gramaticón. Este analizador morfológico de textos informa de cuántos sustantivos, adjetivos, verbos, conjunciones, artículos, pronombres y demás elementos hay en su interior. También ofrece estos datos en forma de porcentajes. El usuario sube un escrito y la herramienta realiza un análisis cuantitativo de sus categorías gramaticales.

Texímetro. Un contador de palabras, lemas y formas. El usuario introduce un texto y todas las palabras aparecen en un listado encabezado por las que más se repiten. El texímetro ofrece también el porcentaje de la presencia que tiene ese término en todo el escrito.

Palabrear. Esta vez no es un experimento ni un diccionario. Es, quizá, lo más parecido a los juegos clásicos que haya hecho Molino de ideas. Palabrear entraría en la familia de Apalabrados, Triviados o Encadenados. Parte del juego clásico de palabras encadenadas pero intenta dar un poco más de complejidad al asunto, según Basterrechea. “La nueva palabra tiene que empezar con la última sílaba de la anterior pero, para hacerlo más difícil, el término escogido no puede llevar ninguna letra que haya sido utilizada en la que le precede”. Ale, a jugar.

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