Tor: una historia de Carles Porta
El sorprendente movimiento de Sansa cuando se convirtió en el único dueño de la montaña de Tor: dejar en la estacada a Castañer y los ingleses
Tras 20 años de lucha en las calles de Tor y en los juzgados, Sansa fue declarado por un juez el único dueño de la montaña. Lo primero que hizo cuando lo consiguió fue cambiar de abogado y cortar el contacto con los ingleses y Ruben Castañer.

Si algo podemos conocer de Palanca es que para él, el valle era intocable. Muchos lo describen como una persona con una mente sumamente cerrada a la que le daba inseguridad el hecho de que los extranjeros pudieran llegar a Tor. Por eso, el conflicto entre Ruben Castañer y Palanca era tan tenso, porque ninguno de los dos iba a ceder. "Ruben pagó a un abogado para Sansa, Sardà y Peretona, para que presentaran una demanda al resto de vecinos para dejarlos a todo legalmente fuera de la sociedad", cuenta Carles Porta.
La demanda colectiva
El abogado que Ruben Castañer contrató, Joaquin Hortal, declara que la gente de Tor quería resolver la situación legalmente. "Querían establecer con una declaración judicial quiénes eran y quiénes no eran los que podían tener derecho a ser condueños de aquella montaña", asegura.
Dentro del caos de violencia que se vivió en Tor, sobre todo tras la muerte violenta de dos hombres de Palanca a manos de los guardaespaldas de Ruben, había que adoptar alguna solución lógica y coherente y para eso, recurrieron a la ley. "La única era someter de una manera amplia y total, con la intervención de todos los condueños y con todas las partes presentes, cuál era nuestra posición y aceptar la de los demás. Una vez hecho eso, que se expusiera ante un juez competente y que este lo resolviera", aclara el abogado representante de Sansa, Cerdà y Peretona.
El principio de su fin
La demanda interpuesta tardó 14 años en resolverse. En febrero de 1995, el juez de Tremp sentenció que Sansa era el único que cumplía los estatutos. Y así, se convirtió en el único dueño de la montaña de Tor. Esto fue como un punto y final para él, pues, en teoría, demostraba que tenía la razón. "Yo creo que ese hombre se puede ir a dormir bien tranquilo", añadía Sansa.
Con esta sentencia, dejaba fuera a Cerdà y a Peretona, que tenían una relación muy estrecha con Sansa, hasta el punto de que en los 80 acogieron a los guardaespaldas de Ruben Castañer después de matar a los de Palanca. Aunque ambos habían luchado con Sansa, terminaron ignorados y sin derechos, igual que Palanca y el resto de vecinos.
En principio, la sentencia de 1995 era una gran noticia para Ruben y los ingleses, porque Sansa les podía facilitar hacer la estación de esquí, pero con lo que no contaban era con que lo primero que Sansa haría, sería cambiar de abogado y dejar clara su postura.
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