La industria del videojuego es la industria del entretenimiento que más dinero genera en todo el planeta. Hay videojuegos de todo tipo, incluso de los que ayudan a entender cómo afecta la enfermedad del Alzheimer a una persona. Pero como todo en la vida, hay personas que pueden transformar un hobby y un constructo cultural en una adicción. Pasa sobre todo en los sectores más jóvenes de la población.

El gran problema de estas personas es que convierten algo tan inofensivo como un pasatiempo en algo a lo que engancharse. Bien es verdad que hay videojuegos con un componente de monetización muy grande. Es decir, el videojuego en sí no engancha. Lo que acaba atrayendo es el consumo extremo que algunos videojuegos contienen como modelo de negocio. Igual que el mundo de las apuestas o del juego online. Son todos aquellos artículos que sirven para mejorar a tu avatar y hacerlo único. Ya sea estéticamente o en el ámbito competitivo. Y acaba siendo un problema de autocontrol. Las ganas de notoriedad y de sentirse único o superior en un mundo virtual. Un hecho que confirma Antonio Rial, director de Estudio de Unicef de impacto de la tecnología en la adolescencia.

Y así lo explica un adicto para 'Adictos a la pantalla': "Mi principal juego era el Fortnite, pero ellos con las descargas no ganan dinero, lo ganan cuando compramos ítems, objetos, una prenda que lleva tu personaje dentro del juego y con la que te reconocen".

"Las crean adictivas", asegura, ya que "hacen colaboraciones con Marvel, futbolistas, cantantes, superhéroes y las quieres". "Costaban 20€", explica este joven, que reconoce que para él era "vida" y buscaba cualquier excusa para que su madre le diera dinero para comprar más y mejorar su avatar. Hasta que su madre echó cuentas: "Era un gasto continuo. Se gastaba unos 200€ al mes".